La muestra se compone de pinturas y grabados de Goya, fotogramas y secuencias en pantalla de películas de Buñuel, y documentos y libros que proceden de colecciones públicas y privadas como el Museo de Zaragoza, Museo Goya-Colección Ibercaja-Museo Camón Aznar, Museo del Prado, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Museo Lázaro Galdiano o Filmoteca Española, entre otros.
En la exposición se establecen convergencias entre los dos genios: aragoneses, sordos y afrancesados. Ambos compartieron un audaz interés por la naturaleza humana, ambos fueron creadores de atmósferas innovadoras y luchadores a la hora de encontrar los medios de expresión con los que identificarse y ambos viajaron no solo al interior de sus mentes sino también al exterior geográfico.
Mirada desinhibida
Sin embargo, las diferentes mentalidades, épocas, culturas y motores creativos que sitúan a Francisco de Goya y a Luis Buñuel en posiciones muy distantes. Goya, hijo de las postrimerías del Antiguo Régimen y ávido observador del mundo que le rodeaba, desarrolló en su madurez un espíritu crítico y una visión subjetiva de ese mundo, lo que lo sitúa en los cimientos del pensamiento moderno.
Buñuel forjó su personalidad intelectual en el clima de libertad y vitalismo de la época de las vanguardias históricas, para adentrarse igualmente en posturas críticas y de fuerte componente subjetivo. Los dos asumieron el reto de mirar con valentía a su interior.
La exposición no pretende emparejarlos bajo el supuesto de que ambos persiguieran objetivos comunes, pero sí resulta factible confrontarlos a través de categorías de nivel más abstracto, como se puede observar en las diferentes secciones en las que se ha estructurado la muestra: el afán de explorar el mundo y aprender de él, el sentimiento de incomodidad ante lo defectuoso, la libertad creativa y su derivación hacia la subversión y, finalmente, la mirada desinhibida hacia el interior. A ello se añade un cierto número de evocaciones o citas concretas que Buñuel quiso hacer de Goya, que quedan más en el terreno de lo anecdótico que de la influencia efectiva.
Imaginación en libertad
Amparo Martínez Herranz y José Ignacio Calvo Ruata, comisarios de la exposición, explican que tanto Goya como Buñuel coincidieron en subrayar a través de sus obras las extraordinarias posibilidades que esconde la imaginación ejercida en libertad. Esta es la premisa de la que parte la exposición, en la que, siendo conscientes de la distancia que los separa, debe reconocerse que compartieron principios creativos y posiciones vitales comunes.
La muestra incluye un préstamo excepcional: el primer autorretrato conocido de Goya [1]. El lienzo, propiedad de la Fundación Ibercaja, muestra a un pintor rondando la treintena. Destaca su gran calidad pictórica y ocupa un lugar destacado en los autorretratos que se hizo a lo largo de su vida, tanto en los individuales como los integrados en otros retratos y pinturas religiosas.
Esta exposición ha sido organizada por el Gobierno de Aragón y Fundación Ibercaja en colaboración con Fundación Goya en Aragón y Centro Buñuel Calanda. Goya y Buñuel. Los sueños de la razón cuenta con un programa de itinerancias que comenzará en Zaragoza y está previsto continuar en ciudades de Estados Unidos y Sudamérica.
Indagando en el interior
Goya y Buñuel indagaron con valentía en el interior del ser humano sabiendo que lo que iban a encontrar no era siempre gratificante. En sus trayectorias es posible identificar posicionamientos comunes: fueron artistas curiosos, interesados por aprender y renovarse constantemente; compartieron una actitud crítica, frecuentemente incómoda; fueron grandes amantes de la libertad pero sabían que solo en el territorio de la imaginación podía gozarse de ella en plenitud y convertirla en un instrumento de subversión.
Para los comisarios, uno de los grandes méritos de Goya es hablar de la condición humana desde una dimensión intemporal. Explora su naturaleza y la muestra desnuda, bien mediante imágenes verosímiles o bien a través de aparentes desvaríos fantásticos. No le interesan los sistemas abstractos de pensamiento o las ideologías que supuestamente harán al hombre más feliz, sino las personas en sí mismas, con toda su imperfecta naturaleza. Su obra en el fondo es un clamor por la dignidad humana. Cuestiona todo un sistema tradicional de valores, el del Antiguo Régimen, y aun el de la Ilustración que apreciaba al individuo pero subordinándolo a un orden preestablecido. Comprende que las cosas sólo pueden conocerse a través de la subjetividad, y aspira, en consecuencia, a presentar el mundo como lo ve, no como se supone que objetivamente es.
Sobre Buñuel, educado en el periodo de entreguerras y al calor de las vanguardias, subrayan que encontró en el cine el medio con el que expresarse como artista, el soporte que le permitía asomarse al interior del individuo y explorar sus luces y sus sombras. Hizo de las películas poemas visuales en los que habló de las pulsiones del instinto y del deseo como fuerzas liberadoras capaces de poner en cuestión el orden establecido, político, eclesial o social. Consiguió, gracias a su punzante espíritu crítico, acompañado frecuentemente de gestos de ironía, evitar ser complaciente y al mismo tiempo obligar al espectador a reflexionar sacándolo de sus espacios de confort.