Sofonisba perteneció a la pequeña nobleza de Cremona y, por su condición aristocrática y sus habilidades para el retrato, llegó a España como dama de corte de Isabel de Valois, posición que condicionó su dedicación a este género pictórico. Por su parte, Lavinia se formó en el ámbito doméstico junto a su padre, Prospero Fontana, y llegó a tener un taller muy activo en Bolonia a finales del siglo XVI, con una variada producción de pinturas religiosas, mitológicas y retratos.
Ambas supieron romper con los estereotipos que la sociedad asignaba a las féminas en relación con la práctica artística y el arraigado escepticismo sobre sus capacidades creativas y artísticas.
La exposición Historia de dos pintoras: Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana, comisariada por Leticia Ruiz, jefa del Departamento de Pintura española del Renacimiento del Prado, pone de manifiesto el arte de estas dos mujeres, cuyas figuras se fueron desdibujando a lo largo del tiempo, pero que en los últimos treinta años han vuelto a despertar el interés de investigadores y público.