Lograr que sus protagonistas no posen, que no se sientan intimidados por la cámara, que puedan revelar la profundidad expresiva de su alma es lo que ha buscado la cineasta catalana en cada una de las 52 fotografías que forman parte de esta exposición. Coixet es una de las más singulares e internacionales directoras de cine españolas. Además, su larga experiencia en el mundo publicitario ha hecho que la factura visual de sus filmes sea siempre sobresaliente.
Apasionada de la fotografía y del pathos y expresividad del rostro humano, mitómana y creativa, ha ido tomando instantáneas durante los rodajes de sus 22 filmes, entre largos, películas colectivas, cortometrajes y documentales. En sus numerosas participaciones en festivales internacionales o en eventos, la directora de Mapa de los sonidos de Tokio o La vida secreta de las palabras también suele ir acompañada de una cámara con la que capta instantes decisivos del ‘planeta cine’.
Una selección de esos retratos es lo que ofrece Faces. Fotografías en blanco y negro de actores, actrices, escritores o su propio padre que la directora ha tomado a lo largo de los años. Entre ellos están Tim Robbins, Juliette Binoche, Rinko Kikuchi, el escritor Henning Mankell, Ben Kingsley, Penélope Cruz, Tilda Swinton, Sarah Polley, la cantante Debbie Harry (Blondie), Sergi López, Mark Ruffalo, la directora de cine Agnes Vardà o el recientemente desaparecido crítico de arte y escritor John Berger.
Junto a las fotografías de Coixet se proyecta el documental Palabras, mapas, secretos y otras cosas, dirigido por Elena Trapé en 2014, una road movie a través del territorio y de las personas con las que se ha cruzado la directora para entender su evolución y su trabajo.
Con cinco premios Goya, cuatro Biznagas de Plata del Festival de Málaga y la presencia constante en festivales internacionales como Berlín, Cannes o Toronto, un Premio Nacional de las Bellas Artes en 2009 o el título de Caballero de las Artes y las Letras concedido por el Gobierno francés, Isabel Coixet ha realizado filmes de gran calado como Mi vida sin mí, Cosas que nunca te dije, Elegy, La vida secreta de las palabras, Escuchando al juez Garzón, Mapa de los sonidos de Tokio, Ayer no termina nunca [1], Aprendiendo a conducir [2] o Nadie quiere la noche.
Coixet recuerda en esta muestra algunas de las anécdotas e historias que cada fotografía guarda, pues esta es la poderosa capacidad que tienen estos retratos: esconder historias íntimas congeladas en un instante. Así relata cómo la fotografía del escritor Henning Mankell fue tomada «cuando estaba de jurado en el Festival de Berlín, hace cuatro años, donde él, que era el presidente, estaba cabreado porque no nos poníamos de acuerdo en cuál era la mejor película. Estábamos todos en un ascensor callados, en tensión, cuando tomé esa foto».
Para realizar estas fotografías ha usado todo tipo de cámaras. Desde una infantil Harine Zumi -con la que captó a Mankell o a Tilda Swinton- hasta móviles de última generación. Cada fotografía va acompañada con un texto donde relata el tiempo en que fue tomada y su contexto personal.
Una de las fotografías más entrañables es la de su padre, Juan Coixet, el único no famoso del conjunto. Un hombre a quien la directora le arrogaba un cierto parecido a actores como Paul Sorvino. «Mi padre era como un secundario de las pelis de Scorsese», recuerda Coixet, que en el texto que acompaña a este retrato escribe: «Mi padre siempre decía eso de ‘Mi amigo Antonio Quinn’ o ‘Mi amigo Robert Taylor’, y de pequeña pensaba que eran amigos suyos de verdad».