Comisariada por Domingo Buesa, en esta muestra, que ya ha sido visitada por 40.000 personas, se descubre la faceta más innovadora de Isabel Guerra [2] (Madrid, 1947) a través de sus fotografías texturizadas, que protagonizan una parte del recorrido de la sala. Esto, junto al tratamiento de la luz para conseguir el efecto deseado y el reflejo de la realidad en sus obras, que va más allá del hiperrealismo, son las principales señas de identidad de la artista.
Guerra se ha convertido en un referente del hiperrealismo español, aunque ella nunca quiso que la encuadraran en este movimiento. La artista cuenta con un estilo personal y espontáneo dominado por luz, que irrumpe desde el interior de los objetos, y se caracteriza por cuidar mucho las texturas para conseguir los efectos deseados en sus creaciones.
Color y luz
La muestra está dividida en cinco ámbitos. En el primero, Construyendo luz con el óleo, se exhiben los óleos clásicos de la artista, el color y la luz son los protagonistas indiscutibles, mientras las imágenes que van definiéndose impulsan al visitante a participar de sus emociones. La temática de la obra es variada y se compone de retratos, bodegones y naturalezas muertas.
Le sigue La riqueza del dibujo, donde destaca el conjunto de dibujos en los que ofrece una versión del ser humano. Su temática apuesta por personas, fundamentalmente mujeres que se presentan sugiriendo la necesidad de recuperar el paisaje interior. Técnicamente estos dibujos, realizados con grafito o carboncillo, destacan por la facilidad de la artista para crear volumen y por la delicadeza en la ejecución de los detalles, que consiguen dotarlos de vida.
En el tercer apartado, Investigando texturas en los paisajes de Aragón, se presentan 24 paisajes aragoneses. Se trata de una serie de fotografías tomadas por la autora hace 30 años, reelaboradas con técnicas actuales. En ellas, el mundo cotidiano se muestra con la belleza de la luz, convertida en instrumento para reflejar su enfrentamiento al paso del tiempo.
Texturas
Dentro de la cuarta sección, La apertura de una nueva época, destaca una de sus obras más recientes, su autorretrato. Originalmente pintado al óleo durante su primera etapa creativa y actualmente desaparecido. Está creado a partir de una fotografía que Isabel Guerra conservaba de la pintura, que ha texturizado como un lienzo, dotándolo de una gran carga sentimental ya que la propia autora emerge de la pared en una imagen que se está deconstruyendo.
Finalmente, la exposición, patrocinada por Fundación Ibercaja, concluye con Recreando la historia de la fotografía, que se centra en la investigación que la artista ha realizado en el campo de la fotografía y reúne seis series de fotografías texturadas. Son únicas en las que presenta obras suyas versionadas en cada una de las técnicas fotográficas que han ido apareciendo a lo largo de la historia: daguerrotipo de 1850, ferrotipo de 1870, producciones de 1900, para concluir con imágenes impresas a ocho colores, sobre papeles de calidad.
Sobre Isabel Guerra
Isabel Guerra desarrolló su talento artístico de forma personal y autodidacta. Le gustaba frecuentar el Museo del Prado donde descubrió a los grandes genios de la historia del arte, especialmente a Velázquez. A la temprana edad de quince años realizó su primera exposición en Madrid. El 12 de noviembre de 1970, a los 23 años, ingresó en el Monasterio Cisterciense de Santa Lucía en Zaragoza. Es miembro honorífico de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis y correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.