Para Elsa Fernández Santos, comisaria de la muestra, la obra de Campano es la de un paseante, sin prisa ni pausa, a través del tiempo. Esta exposición incluye algunos de sus trabajos más destacados desde sus inicios hasta su consolidación como una de las miradas más certeras y sensibles de la España que nació después de la muerte del dictador. Su ojo errante transmite la emoción y belleza de lo que ya no está aquí, una melancolía inherente a la fotografía y que aquí queda plasmada en algunos de sus viajes por el mundo o en su pasión por navegar sin brújula por las calles de su Madrid.
La selección comienza con imágenes tomadas a partir del año 1975 en la capital, y sigue con su primer encargo fotográfico. Su participación en el equipo audiovisual Ojo Móvil (junto con Rafael y Daniel Zarza, Rafael Roca y Jaime Navascués), que aunaba arquitectura y fotografía para reivindicar un urbanismo más justo que mejorara las condiciones en los barrios madrileños, continúa a finales de la década de 1970. En 1979 es invitado a exponer su trabajo en la escuela Photocentro, en su primera individual, de la que se conserva parte de la serie de fotografías exhibidas. La muestra incluye también los viajes que realizó en esta época con series dedicadas a Egipto (1976), Italia (1975- 1976) y el viaje a Estados Unidos para la revista Poesía (1983).
El Fondo Javier Campano en el Archivo Lafuente [1] consta de unas ochocientas cincuenta fotografías en blanco y negro –vintage, en su mayoría–, junto con más de mil negativos de trabajo y material impreso (carteles, publicaciones y recortes de prensa).
Paseos y viajes
Campano pertenece a la generación de fotógrafos vinculados a la escuela madrileña Photocentro y a la revista Nueva Lente, donde expuso y publicó por primera vez sus trabajos personales. Su primer encargo fue documental, para la exposición Racionalismo madrileño (COAM, 1976), con Rafael Zarza. Luego, entre 1978 y 1980, formó parte de Ojo Móvil. Durante las décadas de 1970 y 1980 trabajó como free lance de prensa y colaboró de manera habitual en las revistas Poesía, La Luna de Madrid o Buades.
A través de su hermano, el pintor Miguel Ángel Campano, conoció y entabló amistad con otros artistas, a quienes retrató a lo largo de los años. Compaginó los encargos que recibía como fotógrafo profesional de obras de arte con su trabajo creativo, que desarrolló en sus paseos por su ciudad y a lo largo de sus viajes: fotografía callejera de Madrid, Barcelona, Cádiz, Sevilla, El Cairo, Florencia y Roma, Nueva York o San Francisco…, sin olvidar el icónico viaje en tren Madrid-Vigo (1986), considerado como el final de la movida.