La Galería Marlborough [1] de Madrid presenta Multitudes, una nueva exposición del pintor Juan Genovés (Valencia, 1930) que cuenta con casi una veintena de acrílicos fechados en 2012. Genovés emplea una pintura muy matérica relacionada, en cierta manera, con sus anteriores Secuencias. Aunque esta vez su obra está intensificada e impregnada de un vitalismo contagioso que proyecta –con su peculiar «vista de pájaro» y sobre la superficie del lienzo– existencias anónimas con sus respectivas sombras, dominadas por fuerzas opresivas que las empujan a imprevistos desplazamientos de alienación.
La tensión entre la realidad plástica de los cuadros y el sujeto refleja la dualidad de la sociedad. Esto se aprecia en la obra Corros, donde el espectador hace una lectura de la pintura como una vista aérea de varios grupos de personas en torno a inhóspitos espacios circulares vacíos, mientras sus sombras se extienden sobre el lienzo. Las personas no son más que pintura muy empastada, y las sombras, sencillas pinceladas de color negro, asimismo la pintura alude claramente a individuos de una sociedad, que pisan un articulado suelo enrejado, para los que el tiempo apremia y la urgencia es palpable.
Tanto en ésta como en otras obras como Artilugios, Impacto y Alcance el artista explora el tema de la multitud, donde el colectivo humano es arrastrado hacia algo más importante que el individuo en sí mismo. Interferencias es para Martin Coomer, autor del texto introductorio del catálogo, «un Genovés clásico en tanto en cuanto dramatiza una contradicción. Hay al tiempo un sentido de grupo como un todo cohesionado y un sentido de separación, soledad, e incluso del miedo que asola al mundo moderno: el sentimiento de que la humanidad se reduzca a limaduras de hierro impulsadas por un imán invisible, o a simples motas de polvo flotando en una brisa caprichosa. La inquietante condición de ver a la humanidad bella y distante desde una supuesta posición de hegemonía -no como parte de la multitud, sino flotando muy por encima de esta- cuestiona de inmediato nuestra compresión de los términos “nosotros” y “ellos”. Parte de la plebe o espectadores distantes: ¿en qué lado estamos nosotros?».
Vistas de pájaro
Todos los trabajos representan vistas de pájaro de escenas donde no hay edificios, carreteras y árboles, tampoco alguna pista que nos refiera a un paisaje común, así se logra una intensa dinámica de ansiedad y desubicación. Acaso sólo elementos como puentes (Puentes) o enigmáticas escaleras (Escalada). Para Coomer, «mirando obras como Linde o Correspondencia, en las que las figuras aparecen agrupadas conforme a un orden inexplicable, evocamos inevitablemente imágenes de fronteras políticas e ideológicas. O pensamos en escenas multitudinarias inmortalizadas por directores de cine como Sergei Eisenstein, Fritz Lang o Cecil B. DeMille. Todo cuanto aparece en la obra de Genovés invita a reflexionar sobre el poder, la persecución, la resistencia, el desplazamiento y la desubicación. Los ecos son ineludibles».
El dinámico uso que hace Genovés de la línea y la perspectiva, en concordancia con un ojo muy preciso para la modulación y el uso del color, está fuertemente casado con la convicción del artista de que el arte debería estar socialmente comprometido así como agradar emocionalmente e, incluso, físicamente.