Siglo y medio después, cuando se conmemoran los 150 años del nacimiento del pintor, el Círculo del Liceo de Barcelona [1], con la colaboración de la Obra Social ”la Caixa”, le rinde homenaje con una exposición que resulta única por la temática y el lugar donde se presenta: los salones del club privado, que abre sus puertas a la ciudad para la ocasión. Las fechas se entrelazan con armonía: si Ramon Casas nació en 1866, Júlia Peraire lo hizo en 1888, 22 años más tarde que él; curiosamente, la pareja se casó en 1922.
Júlia, el deseo. Ramon Casas es una exposición de tesis que responde a la investigación y el estudio llevados a cabo por una de las máximas especialistas en la obra del pintor modernista, Isabel Coll, y el Círculo del Liceo. Muestra por primera vez a la que fuera musa del artista, y lo hace en todas sus facetas: mujer fatal, flamenca, chula, castiza, elegante, monja, señora.
Asimismo revela el influjo de grandes maestros de la historia en la paleta del pintor. Lo hace a través de casi un centenar de piezas, entre pinturas, dibujos, carteles, fotografías, documentos, cartas, mobiliario y objetos. Proceden en su mayoría de las colecciones privadas del Círculo, así como de sus socios y otros particulares, siendo pocas las obras que se han solicitado a instituciones museográficas.
De forma paralela, el Círculo ha organizado un programa de conferencias a cargo de historiadores que incluye una conversación con Antonio López y Francesc Fontbona. También participarán Isabel Coll, Emiliano Cano, Nadia Hernández y Carlos Calderón.
La obra más sensual
El corazón de la exposición es La Sargantain (1907), la obra más sensual de la trayectoria artística de Casas. La pintura pertenece a la colección privada del Círculo del Liceo, y muestra a Júlia Peraire en todo su esplendor y belleza. El título responde al apelativo de ‘la Sargantana’ (la lagartija), como se conocía a Júlia en sus años de lotera.
Junto a ella se muestran decenas de retratos realizados por Casas entre 1905, cuando el pintor conoció a la vendedora de lotería, y 1932, cuando el artista muere. La pasión de los primeros años da paso a una visión más esteticista, protagonizada por una mujer que luce pieles y joyas, y se cubre con sombreros elegantes.
Los retratos de Peraire ocupan un lugar fundamental en la obra de Casas, y su estudio aporta mayor conocimiento a la trayectoria del creador, tal como muestra esta exposición inédita. Con Júlia como modelo, el artista logró obras maestras en las que la interpretación personal resulta vivificada por un lenguaje pictórico expresivo y vital.
A fuerza de ver los retratos, el espectador quiere saber más sobre aquella bella y atractiva modelo que capturó a Casas desde el primer instante y que, pese a haber pasado a la historia inmortalizada, poca cosa se sabe de ella.
Atracción y rechazo
Cuando Júlia conoció a Casas, en 1905, ella tenía 17 años y él 39. Fue la modelo del cartel del Jabón Fluido Gorgot. Aparece representada de espaldas, con la cabeza de perfil y una expresión que denota desconfianza. Casas se fijó en la armonía de sus proporciones y en su atractivo. Después llegarían la portada de la revista Progreso y el cartel para la Enciclopedia Espasa (1910), en los que el artista magnifica el gesto sin que el cuerpo seductor se imponga de forma deliciosa a la vista. Más allá de la pintura, la relación entre el pintor y la modelo no tardó en surgir. Los retratos de Júlia son el camino más fácil para entender la evolución de los sentimientos entre la pareja.
Bajo la influencia del Aesthetic Movement, que defendía la belleza pura y ‘el arte por el arte’ más allá de convenciones morales, Casas realizó diversos retratos de Júlia a lo largo de más de 25 años.
Gran observador de la vida y sus costumbres, la moda siempre fascinó a Casas, y gracias a sus frecuentes viajes a París estaba al tanto de las tendencias artísticas del momento. Conforma un primer grupo de cuadros de la exposición aquellos en que Casas inmortaliza vestidos y estilos a través de la representación de su amada Júlia. Escoge un formato alargado que le permite una visión completa de la figura, tanto de ropas como de complementos.
En esta misma línea esteticista, otro conjunto de obras está formado por Júlia ataviada con vestidos y accesorios de gusto español. Casas se siente lo suficiente seguro para experimentar con variaciones sobre el mismo tema. La modelo aparece con mantones de flores, toreras negras o vestidos granates.
A partir de 1913, Ramon Casas sintió la necesidad de mostrar a Júlia con atuendos que la acercaran al grupo social que la ignoraba y la consideraba un mundo aparte. Aparece ahora vestida como señora burguesa, con telas de calidad y pieles caras. La potencia expresiva se centra en la representación de los ropajes, buscando captar las cualidades de la materia y unos efectos de luminosidad sutil. Un año antes, en 1912, murió la madre del artista, Elisa Carbó, con la que Casas estaba muy unido y con quien vivía en la casa familiar del Passeig de Gràcia. La familia nunca aprobó la relación del pintor con la modelo. La pérdida de la madre permitió al pintor cambiar de estilo de vida. Mandó construir una casa en Sant Gervasi, y marchó a vivir allí con su amada.
Uno de los atractivos de la exposición es que ocupa las estancias modernistas del Círculo, que se abren a la ciudad para mostrar las obras de Ramon Casas. Algunas pertenecen a la colección del mismo Círculo del Liceo y otras las han prestado los socios, ya que la relación entre el pintor y el club siempre fue estrecha.