Verne está en el origen de la curiosidad, la aventura, el descubrimiento y el conocimiento de muchos lectores que, al llegar a la edad adulta, quisieron acometer lo que el autor imaginó. Dijo Verne que “cada cual vive en el mundo que es capaz de imaginar”. Justamente él imaginó un sinfín de mundos fantásticos sin moverse apenas de su propio gabinete de trabajo, un espacio limitado pero infinito para su creatividad.
Consiguió generar un imaginario verosímil gracias a su profundo interés por la ciencia, la exploración y las innovaciones tecnológicas. Sus novelas, perfectamente documentadas, cartografiaron el mundo conocido y abrieron las puertas de otros mundos fantásticos o intuidos.
Comisariada por María Santoyo y Miguel Ángel Delgado –autores del proyecto Tesla. Suyo es el futuro, que pudo verse en el Espacio el pasado año–, la exposición Verne. Los límites de la imaginación propone una revisión del mítico autor a través de un fascinante viaje por sus personajes y sus invenciones, por el mundo que le rodeó y, sobre todo, por el mundo que inspiró.
Visitante explorador
La exposición se articula como una experiencia guiada por el asombro y el descubrimiento. El visitante, convertido en explorador, atravesará las obras de Verne más representativas y los distintos ámbitos en que transcurren sus novelas: la tierra, el aire, el hielo, el agua, el espacio y el tiempo, de la mano de contemporáneos españoles y extranjeros. Así, toda una serie de personajes fascinantes, conectados de una forma u otra con Julio Verne, guían el recorrido. Aristócratas como Luis Salvador de Habsburgo, aventureros como Manuel Iradier o Julio Cervera, cineastas como Segundo de Chomón, Jean Painlevé, Karel Zeman u Orson Welles, periodistas intrépidas como Nellie Bly, la primera mujer en dar la vuelta al mundo en 72 días, el archiduque Luis Salvador de Austria, que se instaló en las Baleares y se convirtió en el guía literario de Verne por Palma de Mallorca en la novela Clovis Dardentor, tramposos como Richard E. Locke, fotógrafos como Nadar, pioneros del submarinismo como Louis-Auguste Boutan o de la aviación como Santos-Dumont, directores de escena, escritores, astrónomos, militares, aeronautas, aviadores, ingenieros, compositores de ópera y zarzuela… Cerca de treinta personajes configuran una crónica coral del espíritu verniano.