Las figuraciones y el ambiente de sus obras dan paso a figuras y formas. La luz y los colores parecen querer dar paso a una realidad que solo deja ver una parte, como resultado de la conjunción de todos los elementos que la integran.
A San Felices le interesa tanto el exterior como el interior. El cuerpo ocupa tanto espacio como el alma. Lo real comparte protagonismo con lo imaginado. La superficie deja entrever lo que subyace. Sus trazos ponen de manifiesto las múltiples vertientes de la existencia en un ejercicio que mezcla realismo y abstracción.
Pequeño y gran formato
A lo largo de su carrera ha compaginado las obras de pequeño formato con las de grandes proporciones. Así, de su mano han nacido murales como el que realizó para el Ayuntamiento de Orduña, en Vizcaya, de 50 metros. Ese trabajo fue el punto de partida para un discurso que dio a conocer en su primera exposición individual en la Sala C.A.V. de Bilbao en 1978, año en que ganó el Primer Premio de Pintura Villa de Palencia.
Quien se ha hecho con la Pámpana de Plata del Concurso Nacional de Valdepeñas, el Primer Premio Nacional de Acuarela, el Primer Premio de Pintura de Tudela y la Medalla en el certamen Nacional de Pintura BMW considera que «lo decisivo en el arte es el resultado, pero sin olvidar que en ese resultado (como sensibilización pictórica de una superficie) interesa también el modo personal de seleccionar y utilizar los medios materiales y técnicos y los elementos plásticos».