Natalio Grueso comenzó en 2012 uno de los principales proyectos escénicos al frente del Teatro Español, la producción de toda la obra dramática de Vargas Llosa. La primera de las propuestas fue La Chunga, a la que siguió Kathie y el hipopótamo.
[1]Kathie, una mujer de la alta sociedad limeña, contrata a un profesor universitario, Santiago Zavala, para que escriba un libro sobre el viaje que ella ha realizado por Asia y África. Ella está en ese momento patético en que la cultura parece una tabla de salvación contra el fracaso vital; él no se consuela de no haber sido Víctor Hugo.
En las sesiones de trabajo, sus vidas, la de verdad y la de mentira, lo que han sido y lo que hubieran querido ser, se muestra en el escenario, convocadas por la memoria, el deseo, la fantasía, las asociaciones o el azar.
Como afirma Vargas Llosa, «las mentiras de Kathie y de Santiago, además de sus verdades, delatan las mías y, a lo mejor, las de todo el que, al mentir, exhibe la impúdica arcilla con que amasa sus mentiras».
La obra es, en definitiva, una reflexión sobre el origen de los relatos y sobre la fantasía y la imaginación con la que creamos historias que no han ocurrido en la realidad.
Kathie y el hipopótamo se estrenó en 1983 en Caracas, dirigida por Emilio Alfaro y protagonizada por la actriz argentina Norma Aleandro al frente del reparto.