A lo largo de las últimas décadas, esta Colección se ha convertido en una de las más relevantes de Europa, cuya dimensión, sin embargo, ha permanecido inédita –salvo la reciente muestra de medio centenar de piezas en el Musée Jacquemart-André de París [1].
Por ello, la exposición, patrocinada por PETRONOR, constituye un acontecimiento de primer orden, ya que da a conocer por vez primera una extensa selección de obras de la Colección, que incluye una extraordinaria relación de maestros de la historia del arte. 90 pinturas, dibujos y esculturas congregan maestros, escuelas y géneros imprescindibles en el arte occidental: Pantoja de la Cruz, Morales, Zurbarán, Arellano, Paret, Goya, Guardi, Canaletto, Van Gogh, Gauguin, Toulouse-Lautrec, Picasso, Juan Gris, Antonio López, Millares, Tàpies, Barceló, Sicilia, Mondrian, Modigliani, Van Dongen, Schiele, De Kooning, Fontana, Rothko, Bacon, Freud, Warhol, Twombly, Stella, Kiefer, Gargallo, Julio González, Oteiza, Chillida, Calder, David Smith, Giacometti, Louise Bourgeois, Donald Judd, Schütte y Ai Weiwei, entre otros.
El conjunto testimonia un espíritu coleccionista con códigos propios que en su personal búsqueda de la belleza presta atención al pasado y al presente, y atiende tanto la pintura como la escultura. Estos intereses se concretan en una mayor densidad de obras de los siglos XVIII y XX, y en una vocación cosmopolita que hace que la nómina de artistas incluya a maestros españoles e internacionales por igual. Estos rasgos son de verdadera excepcionalidad en una colección privada española.
Como indica Francisco Calvo Serraller en el ensayo del catálogo editado con ocasión de la muestra, el recorrido expositivo ofrece un repaso por la historia del arte occidental –que se inicia en la Antigüedad clásica y termina en nuestros días–, que no se ordena por sus principales periodos y maestros, sino a través de una selección de los mismos guiada por el gusto artístico de la coleccionista.
Tomando como punto de partida la escultura grecolatina, la Colección pone de relieve un mayor interés por las épocas moderna y contemporánea y, sobre todo, por los siglos XVIII y XX. Temáticamente se aprecia una especial sensibilidad hacia la iconografía femenina, que se origina precisamente en la estatuaria de Afrodita y continúa, como un hilo conductor, a lo largo de las diversas épocas y géneros artísticos.
Iconografía femenina
De este modo se entienden, entrando ya de lleno en el arte español de los siglos XVI y XVII, la pintura de corte de Juan Pantoja de la Cruz –Retrato de doña Ana de Velasco y Girón, duquesa de Braganza, con traje de corte– o las maternidades en clave religiosa de Luis de Morales –Virgen vestida de gitana con el Niño del aspa– y Francisco de Zurbarán –La Virgen con el Niño Jesús y san Juanito–. Dentro de la pintura del siglo XVII destaca también el género del bodegón, con el suntuoso Cestillo de flores de Juan de Arellano.
En el siglo XVIII, Goya adquiere protagonismo indiscutible con cuatro obras que muestran los variados intereses del genio aragonés: la escena de bandoleros Asalto a la diligencia, la mitológica Hércules y Ónfala, el delicado Retrato de la condesa de Haro –cuyo intimismo encuentra eco en las representaciones de Agustín Esteve y Louis-Léopold Boilly–, y Maja y celestina al balcón, ejemplo del casticismo goyesco. El gusto por lo popular se manifiesta también en otros pintores coetáneos y en otras derivaciones temáticas, como las escenas costumbristas de Lorenzo Tiepolo o la pintura galante de Manuel Camarón y de Luis Paret y Alcázar.
También en este mismo siglo destaca otro género, el de la pintura de vistas, que se vuelve paradigmática en la obra de los venecianos Francesco Guardi y Canaletto, topográfica en las dos panorámicas de Antonio Joli, y «ruinista» en las composiciones del francés Hubert Robert. Más original es la presencia de Pietro Antonio Rotari, que caracteriza en sus lienzos a cuatro jóvenes acentuando sus expresiones anímicas.
El siglo XIX tiene menor alcance en la Colección, aunque hay que señalar un refinado cuadro de Raimundo de Madrazo y, sobre todo, el postimpresionismo francés con obras de Gauguin, Toulouse-Lautrec y Van Gogh; este último con una naturaleza muerta, género que ya en el tránsito del siglo XIX al XX representa así mismo a Fantin Latour. Dentro de las primeras décadas de la vanguardia parisina y el expresionismo austriaco, el fauvista Kees van Dongen, Amedeo Mogliani y el refinado Egon Schiele continúan la inclinación de la coleccionista por la representación de la figura femenina.
El siglo XX
Con casi cincuenta piezas, el siglo XX es otro de los núcleos esenciales de la Colección y constituye la mitad de la selección de las obras de esta exposición. De ellas, más de un tercio se corresponde con artistas españoles de relevancia internacional. Sobresalen pinturas de Picasso –con dos óleos y un dibujo, pero también con una pequeña escultura en metal pintado–, Juan Gris y Luis Fernández, que en parecidas fechas vivieron junto con los escultores Pablo Gargallo y Julio González la efervescencia de la vanguardia histórica en París. La obra de González –una escultura en hierro forjado y su dibujo preparatorio– encuentra su relación natural en las posteriores realizaciones de Alexandre Calder y David Smith.
Ya en la década de los años cuarenta, el itinerario de la muestra resume muchas de las inquietudes del arte español de la época en las pinturas de Antonio López, Manuel Millares, Antoni Tàpies; y ya durante los años setenta en la de José María Sicilia, y en la pujante escultura vasca del periodo, representada con obras de Jorge Oteiza y Eduardo Chillida. Finalizando el siglo se exponen tres cuadros de gran formato de la década de los noventa de Miquel Barceló y una escultura de Juan Muñoz del año 2000.
En el arte europeo de mediados del siglo XX, la vertiente figurativa se concreta en las estilizadas esculturas de Germaine Richier y Alberto Giacometti, y en los desolados retratos de los pintores Lucian Freud y Francis Bacon. El único ejemplo de arte pop es un icónico autorretrato de Andy Warhol. Por las mismas décadas, la pintura de Nicolas de Staël ofrece el contrapunto abstracto que, en contados pero refinados ejmplos, va trazando un camino propio en la colección: el neoplasticismo de Piet Mondrian, el espacialismo de Lucio Fontana y las expresiones en clave minimalista de Frank Stella, Donald Judd, Agnes Martin o Blinky Palermo, y la «abstracción musical» de Fausto Mellotti son ejemplos relevantes de esta expresión.
Por su parte el expresionismo norteamericano incluye nombres tan significativos como Willem de Kooning y Mark Rothko y, en la siguiente generación, Cy Twombly, que extiende su influencia hasta Anselm Kiefer. Precisamente de Kiefer es la pintura más reciente de la colección, fechada en 2014. Otros nombres del arte más reciente como los de Louise Bourgeois o Ai Weiwei formarán parte del enriquecedor epílogo de la exposición.