Interpretada por Adriana Ozores y por Jaume Policarpo y producida por Bambalina Teatre Parcticable [1], se presenta a los espectadores la historia de Pierre Avezard, más conocido como Petit Pierre, un ser extraordinario cuya vida y obra ha despertado el interés de numerosos cineastas, escritores, dramaturgos, artistas plásticos, etc. En palabras de Policarpo, «al estar basado en un hecho real, lo que realmente te deja tocado es la biografía de Petit Pierre».
Su vida transcurre en el campo francés donde nace prematuro, como él decía «sin terminar», medio ciego, casi sordo y mudo. A los siete años se convierte en pastor, una profesión humilde que le ayuda a observar la naturaleza, los animales, a los hombres y a las máquinas que los rodean, en un mundo en constante cambio.
Todo lo que rueda o se mueve ejerce una gran fascinación sobre Petit Pierre, hasta el punto que construye una obra fabulosa que contiene un mensaje inequívoco de amor a la vida. Se trata de un personaje que «sobre todo transmite el valor de la pureza y la generosidad, porque a pesar de las dificultades físicas que tiene consigue transmitir a través del arte mucho amor» asegura Adriana Ozores, algo que no dejará indiferente a nadie.
Amor a la vida
Una gran máquina a la que dedicó casi 40 años de su vida con centenares de figuras articuladas, aviones colgados del cielo, pequeñas escenas de la vida rural… En este carrusel se aprecia su gran sentido poético, su fascinación por el movimiento y su insaciable curiosidad por las gentes y las cosas que le rodeaban. El juego giratorio de Petit Pierre es una metáfora inquietante de la evolución de la humanidad en el siglo XX.
La dramaturga canadiense Suzanne Lebeau quedó fascinada con la historia de Petit Pierre y escribió un texto magnífico que pone en evidencia de manera sencilla, directa y contundente la injustificable capacidad de nuestra sociedad para marginar a todo aquel que no se ciñe a un patrón de normalidad. A su vez muestra la generosidad y la nobleza del protagonista que es capaz de responder a ese desprecio construyendo una obra de gratitud hacia las personas y la naturaleza.
Imperfección
El texto de Lebeau ha sido adaptado por Jaume Policarpo, «coincidí con la compañía de la autora del texto en un viaje por México. Me impresionó mucho la representación y la dejé en la recámara para en un futuro recuperarla» asegura el actor. La adaptación ha sido muy fiel al original, «ya que tiene una estructura poética, el texto es bastante metafórico, es un poema escénico como suele decir Carles Alfaro» continua Policarpo.
Policarpo ha sido el encargado de realizar la escenografía, «te da mucho juego, es divertida, todos los elementos que tiene son tan bonitos que a veces me da pena de que el público no los vea bien, porque son maravillosos», afirma Adriana Ozores, quien continúa «uno de las características de Petit Pierre es la imperfección, en esta escenografía se trabaja esa imperfección. Por eso Jaume creo todos los elementos con materiales de desecho y consiguió un mundo maravilloso».