Porque el hombre que da nombre a la ciudad vasca murió por defender sus ideas. Obligado a elegir entre renunciar a ellas o morir, eligió no traicionarlas. Este hecho se remonta al siglo III, pero siglos después, idénticas formas de sometimiento se repiten en nuestro tiempo. El cuadro nace de esta descorazonadora realidad y pretende ser un canto al compromiso con la honestidad de quienes se han atrevido a defender sus principios hasta el final. ¿Es el ser humano capaz de una entrega mayor? ¿No es esta entrega un acto de amor? Y en ese acto, ¿puede lo terrenal, lo físico, elevarse a un estadio superior?
En palabras de Frantxi López Landatxe, director del KM hasta este mismo mes de enero y promotor de la muestra: “Del San Sebastián me sorprendió su magnífica factura, la enorme dedicación y trabajo que destilaba; pero, sobre todo, la fuerza de la pintura, como disciplina artística, para expresar la contemporaneidad de forma descarnada”.
El nombre de Javier Aramburu remite al mundo de la ilustración y el diseño gráfico. Quienes han seguido su trayectoria como diseñador confirman su capacidad camaleónica, siempre distinta y siempre certera. Como pintor defiende la vigencia de los principios del dibujo y la pintura en un tiempo que parece empeñado en dejar un legado efímero. Y lo hace solo con su obra, optando por no hablar sobre ella: “La historia demuestra que, si algo ha de decirse, habrá de ser la obra y no su autor quien lo diga”.