La muestra [1], incluida en el programa de PHotoEspaña 2013 y la primera que se le dedica en nuestro país, incluye cerca de 180 obras. Desde los retratos íntimos en familia a las vistas aéreas, ésta es la más amplia retrospectiva de Gowin realizada hasta la fecha e incluye obras de todas sus series conocidas desde finales de los años sesenta.
Su mujer y su familia fueron el principal objetivo de su cámara y fueron precisamente esos trabajos los que le hicieron famoso. Fotos cotidianas de su familia que con el tiempo se convierten en universales. Estos trabajos se caracterizan por un lenguaje personal y espiritual, más que evidente en los retratos de su mujer, Edith, eje iconográfico de su obra.
La erupción del volcán Santa Helena en 1980 abrió un nuevo campo de trabajo, la fotografía aérea, en el que Emmet ha desarrollado ampliamente su trabajo, especialmente en Estados Unidos. Con motivo de esta exposición, la Fundación Mapfre le encargó la realización de varias imágenes aéreas en Andalucía que se pueden ver junto con las demás obras que componen la retrospectiva.
Descriptivo y abstracto
Gowin dedica especial atención a los territorios devastados por la acción humana. Ha documentado, por ejemplo, los círculos de irrigación en Kansas que consumen millones de litros de agua a pesar de no tenerla, los desiertos de Nevada que asemejan a un paisaje lunar por las pruebas nucleares o las minas de carbón a cielo abierto y las centrales térmicas de Checoslovaquia que contaminan un enorme territorio periférico.
Pero lejos de emitir un juicio sobre la degradación ambiental, este creador reivindica la capacidad del arte para redimir nuestra acción destructora. Sus fotografías aéreas resultan realmente sorprendentes por su capacidad para ofrecer al mismo tiempo una visión descriptiva y abstracta del paisaje.
Búsqueda artística
La búsqueda artística de Emmet Gowin estuvo claramente marcada por su educación y su biografía. Nació en Danville, Virginia, hace 72 años; su padre era un pastor metodista y su madre descendiente de una estirpe de cuáqueros. Era un hogar profundamente religioso donde, sin embargo, se respiraban dos concepciones teológicas muy distintas. Frente al carácter autoritario y exigente de su padre, Emmet se identificó desde niño con la visión de lo divino que se desprendía de la presencia cariñosa, dulce y compasiva de su madre.
En 1955, la familia se trasladó a Chincoteague Island, donde en el tiempo libre que le dejaba la educación secundaria comenzó a desarrollar un gusto espontáneo por el dibujo, animado por la belleza que encontraba en la naturaleza, en la flora y la fauna de su entorno.
En 1961 comenzó una licenciatura en Artes Gráficas en Richmond. Se apasionó por muy diversas manifestaciones artísticas y cultivó con entusiasmo el dibujo y la pintura. Sin embargo, no tardó más que unos meses en darse cuenta de que era la fotografía el medio que mejor le permitía incorporar el azar y lo inesperado, con las ilimitadas posibilidades creativas que esto implica.
Influencias
Sus primeras influencias fotográficas las recibió a través de libros y catálogos de grandes nombres como Robert Frank, Henri Cartier-Bresson, Eugène Atget o Walker Evans. Pero tan sólo dos años después de empezar a trabajar con su primera Leica, una cámara de 35 mm adquirida en 1962, Gowin se planteó la necesidad de crear su propio estilo.
Los primeros porfolios que elaboró en 1965, antes de de ingresar en la Rhode Island School of Design (RISD) y un año después de casarse con Edith Morris, se componen de imágenes técnicamente sencillas y de temática muy variada aunque cotidiana: niños, jóvenes o adultos en escenas de la vida diaria, automóviles, iglesias antiguas, paisajes o retratos de su esposa.
Mirada más paciente
Su mujer se había criado también en Danville, en una familia más numerosa y sobre todo física y emocionalmente más cohesionada que el clan de los Gowin. Toda la familia Morris jugará un papel muy especial en la obra de Emmet Gowin, y fue fotografiada con más regularidad que nunca entre el verano de 1965 y la primavera de 1967.
Durante este tiempo, Gowin cambió su cámara de 35 mm por una de fuelle de 4 x 5 pulgadas, que aportaba un punto de vista diferente, un trato de mayor consideración hacia el objeto y una mirada más paciente y acogedora sobre el mismo.
Hay que destacar la influencia que en este proceso pudo ejercer sobre él Harry Callahan, quien dirigía el posgrado que Emmet Gowin estaba cursando en la RISD y que pretendía ayudar a sus alumnos a encontrar su propia originalidad.
Docencia
Una nueva etapa se abrió para el matrimonio en 1967. A Gowin le ofrecieron un puesto de profesor en el Dayton Art Institute, por lo que se mudaron a Ohio poco antes del nacimiento de Elijah, su primer hijo.
Como artista, los cuatro años en Dayton le permitieron una evolución conceptual intuitiva e introspectiva, una simplificación o reducción radicales, hasta detener su foco de atención directamente sobre Edith, protagonista de gran parte de su nueva obra.
Las imágenes de esta época constatan ya una visión artística completamente propia y personal, cimentada en la fuerza de la comunicación entre personas que se aman y respetan profundamente. «Para mí, las fotos proporcionan un medio para retener, intensamente, un instante de comunicación entre un ser humano y otro», afirma el artista.
Imágenes circulares
A comienzos de los setenta, un hecho fortuito llevó a Gowin a utilizar la lente de una cámara de 4 x 5 pulgadas en un aparato de 8 x 10, dando como resultado unas imágenes circulares que sugieren una nueva mirada y transmiten la sensación de estar accediendo a un lugar prohibido, a una realidad secreta y misteriosa.
Detrás de esta lente volvió a situar a su mujer y al resto de la familia, pero esta vez con un nuevo protagonista destacado: su segundo hijo, Isaac, tanto durante el embarazo como después del nacimiento.
La llamada de la naturaleza
Más adelante, Emmet volvió a sentir la llamada de la naturaleza y los paisajes, y se interesó por la influencia de la actividad humana sobre los mismos. Viajó a Europa y a Asia, donde creó algunas de las series que se muestran en esta exposición (las fotografías de Matera, en Italia, o de Petra), de nuevo en un formato rectangular tradicional.
Pero enseguida dio un paso más en su búsqueda de la documentación de los paisajes, iniciándose en la fotografía aérea. Dedicó una especial atención a las asoladoras consecuencias de la erupción del volcán Santa Helena, y posteriormente a los territorios devastados por la acción humana en el medio y lejano Oeste de los Estados Unidos o en otros países como Checoslovaquia.
Satisfecho y en paz
En los últimos años ha reflejado también en su obra la fascinación que desde siempre han ejercido los insectos sobre él. Con el propósito de adquirir conocimientos en biología tropical y de realizar un trabajo científico de catalogación, viajó a Latinoamérica, donde ha fotografiado incansablemente miles de mariposas nocturnas.
A lo largo de este proceso, de manera aparentemente casual, encontró una silueta de Edith en su cartera y decidió convertir de nuevo a su mujer en el tema central de sus creaciones. De esta fusión de dos de sus pasiones nace la serie Mariposas nocturnas: Edith en Panamá.
Por último, hace tan sólo unos meses quiso detener su objetivo sobre las tierras andaluzas, dando lugar a algunas de las fotografías aéreas de esta muestra, exclusivamente creadas paraesta ocasión, «un momento, concluyó el autor, en el que me siento especialmente feliz porque tanto en mi vida personal como en relación con mi obra, me siento satisfecho y en paz».
El valor de un catálogo
Pablo Jiménez Burillo, director del Instituto de Cultura de la Fundación Mapfre, resalta el valor del catálogo editado con motivo de la muestra que incluye todas las obras expuestas y una selección de textos que permiten una profunda comprensión de la trayectoria y el significado de la obra del artista.
Además, entre esos escritos figuran dos muy significativos: el manuscrito del propio Gowin al inicio de su carrera, y su discurso de despedida en la Universidad de Princeton en 2009 en el que concluía apuntando: «Hay cosas en vuestra vida que solo vosotros veréis, historias que solo vosotros oiréis. Si no las contáis o las escribís, si no hacéis la foto, esas cosas no serán vistas ni oídas».