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La mirada de Kapuściński sobre el ocaso soviético

Las personas siempre son lo más importante, mucho más que las piedras o los monumentos». Asumiendo las palabras del propio autor, uno de los más grandes iconos del periodismo del siglo XX, la muestra de Madrid, primer destino internacional de esta exposición que se celebra gracias a la colaboración del Instituto Polaco de Cultura, recoge una minuciosa selección de las fotografías realizadas por Kapuściński a lo largo del viaje que realizó entre 1989 y 1991 a través de las repúblicas soviéticas.

60.000 kilómetros

En esos años decisivos, cuando el imperio presentaba ya inequívocos síntomas de descomposición, este implacable cronista recorrió más de 60.000 kilómetros y visitó 15 repúblicas dónde habló y fotografió a miles de ciudadanos. Del relato de sus experiencias surgió esa extraordinaria crónica en forma de libro que tituló El Imperio y que el autor explícitamente definía como «una carrera contra el tiempo para atrapar las memorias de los anónimos protagonistas antes de que los terribles y pasmosos acontecimientos de esos años entren para siempre en el pasado».

El ocaso del Imperio, la exposición que ve ahora la luz en Madrid, es también consecuencia de aquella travesía. Visitar esas imágenes ayuda a comprender mejor el derrumbe de aquel sistema captado con la sensibilidad que le otorgaba además a Kapuściński ser polaco, es decir, ciudadano de un país satélite de la URSS.

Humanista

Ante todo son las fotos de un humanista. «Las guardaba en unos viejos sobres grises que tenía. Cuando mi madre empezó a ocuparse del archivo de Kapuściński las encontró. Eran material para documentar su libro pero en ningún caso iban a ilustrarlo», explica Karolina, la hija de Izabela Wojciechowska (1954-2010), que fuera la coordinadora del archivo del periodista. «Cuando Kapuściński se enteró del golpe de Estado en la URSS -prosigue-, cogió la cámara y documentó lo que estaba sucediendo. En algunas fotos realizaba anotaciones, incluso en los sobres en los que guardaba los negativos, pero no hacía descripciones exactas de cómo se tomaron».

Fotografía clave

Una fotografía clave para él fue la que reflejaba las manifestaciones de protesta por las víctimas del golpe de Estado de 1991 contra la perestroika de Gorbachov. «Para Kapuściński esa foto, -que abre la exposición-, representa el reflejo de lo que ya no existe. Cuando miras a las personas de una foto, decía, puede que ya no existan. En esta manifestación celebrada tras el golpe de Estado el 1991 la gente porta retratos de una de las víctimas, un joven que ya no está entre los vivos».

Nacido en 1932 en Pinsk, una ciudad de frontera cultural (polaca entonces y bielorrusa hoy), Ryszard Kapuściński murió en Varsovia el 22 de enero de 2007. Su intensa vida profesional le había llevado a informar a través de los cinco continentes viviendo directamente 27 revoluciones. En cuatro ocasiones fue condenado a muerte y, como declaró en la Asociación de la Prensa de Madrid en 2005, «no sé aún como me libré de no acabar fusilado». La lucha por la verdad y por la libertad de expresión fueron señas de identidad de una obra que mereció, entre un buen puñado de galardones, el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación en 2003.

Casi 10.000 imágenes

El archivo de Kapuściński consta de casi diez mil imágenes y posiblemente constituya una pequeña parte de su obra fotográfica; aquella que se ha salvado.

Si bien en este archivo predominan las instantáneas de África, continente en el que se habían centrado las anteriores exposiciones, el carácter singular de El ocaso del Imperio se debe a que la única frontera geográfica que el autor cruzó en los viajes recogidos en ésta fue la del imperio vecino. En principio, un mundo mucho más cercano, pero no por ello menos extraño para este creador de un tipo de periodismo, -por muchos calificado como mágico-, que le ha valido ser unánimemente considerado como uno de los grandes reporteros de las últimas décadas.