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José Guerrero vuelve a Barcelona

Tras su paso por Granada y Madrid, la muestra lleva a Barcelona más de un centenar de obras, entre lienzos, grabados y dibujos y algunos “frescos portátiles”, en los que Guerrero experimentó con materiales diversos como parte de un proceso de investigación sobre la relación entre pintura y arquitectura. Junto a estos cuadros también se muestra un importante conjunto documental que incluye catálogos, fotografías, documentos y escritos del creador.

Guerrero es uno de los más destacados artistas del siglo XX. Pintor clave del expresionismo abstracto, de gran proyección internacional y pionero de la recuperación de la tradición moderna en España.

Cinco secciones

La exposición está dividida en cinco secciones. La primera, basada en los primeros trabajos realizados por Guerrero tras su llegada a Estados Unidos, en noviembre de 1949, en los que, además de aprender las técnicas del grabado, el pintor ensaya otros técnicas para llevar hasta sus últimas consecuencias la evolución hacia la abstracción, y que se ha denominado La abstracción biomórfica.

De las bioformas al gesto, formada por obras realizadas desde los inicios de los años 50 hasta mediada la década, entre las que se encuentran grandes lienzos como Black Cries, pintado con motivo del nacimiento de su hija Lisa; Ocultos, Signos, Ascendentes, Black Followers y Signo, una estación intermedia dentro de la evolución de su obra.

Pintura y arquitectura

Pintura y arquitectura, una de las novedades de esta retrospectiva, muestra a un Guerrero muralista que pretende integrar en la pintura los nuevos materiales que la industria de la construcción proporcionaba (uralita, ladrillos refractarios, bloques de cemento, etc.) y que denomina frescos portátiles. La Fundación Suñol muestra un conjunto significativo de grabados y de estos paneles, que nunca antes se habían expuesto.

El expresionismo abstracto es el título de la cuarta sección, y en ella aparecen obras en las que el pintor muestra signos claros de cambio gracias al uso de colores provocativos, sumados a formas dramáticas, en los que el negro ocupa un notable protagonismo que le permite trasladar al lienzo su mundo emocional.

Regreso a la patria

La memoria revisada, en torno a 1962-1963, es el prólogo de su vuelta a España, algo que ocurre en 1965, con obras cuyos títulos están relacionados con la patria del pintor: Albaicín (1962), La Chía (1962), Sacromonte (1963). A partir de 1965 los Guerrero se establecieron en Frigiliana (Málaga), donde adquieren y remodelan un cortijo al que vuelven desde entonces todos los veranos; Cuenca, animado por el ambiente creado en torno al Museo de Arte Abstracto Español, y Madrid.

La figura de Federico García Lorca ocupa un lugar destacado dentro de este apartado. Con motivo del 30 aniversario de la muerte del poeta, Guerrero realiza un viaje por Andalucía en 1965 y visita el Barranco de Víznar, donde Lorca fue asesinado, realizando numerosos dibujos recopilados en un cuaderno, que por primera vez puede contemplarse en esta muestra.

Además, fruto de aquel intenso reencuentro, Guerrero pinta La Brecha de Víznar (1966), una de sus obras más influyentes, y otras telas monumentales de evocaciones lorquianas que también pueden verse en The presence of Black 1950-1966, como A la muerte de Sánchez Megías (1966) o Antojos negros con amarillos (1966). Las enseñanzas que Guerrero extrajo de La Brecha de Víznar, escenario de un intenso psicodrama y laboratorio experimental, dan pie a una nueva etapa de su obra.

La Alhambra

La Alhambra, escenario anterior de esta exposición, también fue para José Guerrero motivo de inspiración, especialmente en un motivo plástico que le acompañaría toda su vida: el arco, por su recurrencia decorativa y arquitectónica en la Alhambra. También tuvo una enorme influencia en su obra el paisaje visual que rodea a los Palacios Nazaríes: el Albaicín y el Sacromonte, que fueron temas habituales del artista.