Con un total de 18 óleos y un dibujo, Guardi es el artista mejor representado en esta colección de más seis mil piezas de arte reunida por el financiero Calouste Sarkis Gulbenkian (1869-1955), que desde 1969 se exhibe en el museo que lleva su nombre en Lisboa.

Tras una etapa inicial en la que ejerció principalmente como pintor de historia, de temas religiosos, frescos e incluso bodegones, Guardi comenzó a pintar vistas de su ciudad a mediados de la década de 1750, siguiendo primero el estilo preciso de su predecesor Canaletto para añadir después vitalidad e ilusionismo a sus composiciones.

Alejado del rigor geométrico de Canaletto, retrata arquitecturas bañadas de luz en un lenguaje pictórico brillante. Tras el fallecimiento de éste en 1768, Guardi se convirtió en el vedutista más importante de Venecia y en el último pintor en inmortalizar el esplendor de sus ceremonias.

Francesco Guardi. «La Fiesta de la Ascensión en la Plaza de San Marcos de Venecia». C. 1775. © Museu Calouste Gulbenkian.

Junto a las pinturas de Guardi, adquiridas entre 1907 y 1921, en la exposición se mostrará un dibujo del mismo artista, incorporado en 2002, y un óleo de su hijo Giacomo. Las obras están fechadas entre 1765 y 1791 e ilustran lugares icónicos como el puente de Rialto o el Palacio Ducal, fiestas como la de la Ascensión, los alrededores de la ciudad y algunos caprichos pertenecientes al final de su carrera.

La veduta veneciana

En el siglo XVIII, Venecia es un centro cosmopolita que atrae a viajeros de toda Europa. Ante su debilidad política y militar, la Serenísima responde con fastuosas ceremonias públicas que celebran su antigua grandeza.

En el último siglo de su larga historia —que comienza en el siglo IX y concluye en 1797 con la ocupación napoleónica—, la República vive una época de extraordinaria vitalidad creativa, que abarca múltiples formas de expresión artística: música, teatro, pintura, artes decorativas y arquitectura. En 1703, Luca Carlevarijs publica una serie de grabados en los que sus edificios más importantes se disponen según criterios tipológicos. Este momento marca, de manera definitiva, el nacimiento de la veduta veneciana.

Aunque el género nació en el norte de Europa, es en Venecia donde alcanza su apogeo con la aparición de numerosos pintores dedicados a realizar este tipo de vistas urbanas. Las condiciones que conducen a este éxito se explican por la presencia continua de un selecto público extranjero que se reúne en la ciudad como visita obligatoria del Grand Tour.

Un género específico dentro de este tema, las feste, destinadas a celebrar acontecimientos como magníficas regatas o visitas de soberanos o embajadores, también alcanza su mejor momento. La ciudad asume el papel de protagonista y es retratada como una verdadera obra de arte.

Francesco Guardi. «El Gran Canal junto al Puente Rialto». C. 1780-1790. © Museu Calouste Gulbenkian.