Como apunta la comisaria de la muestra, Alyce Mahon, «Tanning es una de las mujeres artistas más importantes y polifacéticas del siglo XX», aunque ella misma rechazaba esta asociación cuando afirmaba: «Mujeres artistas: no existe tal cosa –o persona. Es una contradicción en sus términos, al igual que ‘hombre artista’ o ‘elefante artista’. Puedes ser una mujer y puedes ser una artista; pero lo primero te viene dado y lo otro lo eres tú”.
El propósito de sus pinturas, afirma la que a través de años de investigación se ha convertido en la mayor experta mundial en la obra de la artista, era como ella misma escribió: «Llevar al observador hasta un espacio donde todo se oculta, se revela, se transforma súbita y simultáneamente; donde se pueda contemplar una imagen nunca vista hasta ahora que parezca haberse materializado sin mi ayuda».
Entre Estados Unidos y Francia, Tanning desarrolló una extensa producción, meticulosa y expresiva, de pinturas, dibujos, diseños de vestuario y decorados para ballets, esculturas “blandas”, novelas y poemas. Su obra cuenta historias inscritas en un universo personal, con el que da sentido a la vida moderna, y en un entorno surreal –lleno de fantasía y fantasmas– perfilado a través de un espacio que se presenta al mismo tiempo como seductor y pernicioso.
En su obra y en su vida fue decisivo el encuentro en diciembre de 1942 con Max Ernst, cuando éste estaba asesorando a su tercera esposa Peggy Guggenheim, con la que había contraido matrimonio un año antes, sobre las artistas que debía incluir en una importante exposición sobre mujeres que iba a organizar en su nueva galería Art of This Century. Tanning y Ernst se hicieron inseparables y, tras la separación de él, contraerían matrimonio el 24 de octubre de 1946.
Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, destaca que las obras expuestas –muchas de ellas nunca antes vistas– proceden de colecciones privadas y de instituciones como el Centro Pompidou de París, la Tate Modern de Londres o el Museo de Arte de Filadelfia. Todo este conjunto permite documentar la gama de medios y expresiones utilizada por la artista surrealista: pinturas, dibujos, collages, esculturas e instalaciones.
Para Borja-Villel, «la revisión de la modernidad que plantea buena parte de la programación del Museo queda enriquecida por una imágen más poliédrica, más rica, como un complejo diagrama o una casa inaprensible de puertas abiertas y otras por abrir, como las que brinda Dorothea Tanning».
Enorme influencia
Tanning creía en el poder del arte para crear espacios, sensaciones e ideas más allá de lo real. El motivo de la puerta simboliza esta ambición y regresa repetidamente en su obra. Es el concepto en torno al cual gira la exposición, cuyo título es una adaptación de una entrevista que realizó a Tanning el crítico francés Alain Jouffroy en 1974 y en la que explicó que su primer arte exploraba este lado del espejo o de la puerta, mientras que su arte posterior se dirigía al otro, ofreciendo un vértigo perpetuo en el que una puerta, visible o invisible, conducía a otra puerta.
La puerta no es simplemente un umbral en el arte de Tanning, sino una invitación a aventurarse más allá de lo real y a entrar en un mundo de sueños y miedos. Asistimos a una perspectiva interminable que no pretende alienar sino seducir al espectador.
Con este trasfondo, Tanning saca a relucir el simbolismo de la puerta y su poder para dividir el espacio privado y público: en sus pinturas y esculturas, los cuerpos se arquean o batallan contra la puerta, se escapan de las paredes o se deleitan en deseos prohibidos, alcanzan la puerta medio abierta o se zambullen más allá de su marco sombrío.
Esta retrospectiva recupera la visión única y audaz de la estadounidense. Ella misma habló en estos términos de su práctica artística: «Tú sacas el cuadro de su jaula junto con la persona […] Tú eres simplemente el visitante, magníficamente invitado: Entra». Esta exposición invita al espectador a adentrarse también en su mundo de revelaciones ocultas.
Las fuentes
Dividida en ocho secciones temáticas, Detrás de la puerta, invisible, otra puerta se abre con un delicado autorretrato a lápiz de 1936 y termina con un autorretrato tardío, Woman Artist, Nude, Standing (1986). Si bien su arte se basaba en sus experiencias vitales, Tanning recurrió a una amplia gama de fuentes literarias, desde las novelas góticas de Ann Radcliffe y Horace Wimpole hasta los poemas de Charles Baudelaire y Arthur Rimbaud, pasando por los debates de su círculo surrealista en los Estados Unidos y Francia.