Afincado en Nueva York, el artista catalán regresa a la ciudad condal seis años después de la inauguración de la muestra Ciudades en la Galería Joan Prats-Artgrà. Esta exposición era el culmen de sus reflexiones filosóficas, emocionales, artísticas y sensoriales desarrolladas a lo largo de sus viajes, pero no se quedó ahí y siguió profundizando en el tema de las ciudades, que no fueron una etapa más en su trayectoria, sino el primer estadio de una reflexión que se prolongaría muchos años. Paralelamente a la superposición de imágenes comenzó a pintar las urbes desde arriba, alejando su punto de observación y situándolo al nivel de los satélites de investigación geográfica. Así se inició la etapa de los «mapas».
Expresión
Estambul fue la primera ciudad que pintó vista desde el cielo y después vino Nueva York, ciudad en la que el artista reside actualmente. Llama especialmente la atención que el nombre de la ciudad, escrito encima de la pintura, aparece tachado con trazos decididos. Según explica él mismo, esto no es otra cosa que la manera en la que refleja la tensión que implica la idea de ciudad. Sus cuadros buscan transmitir la reacción humana que se produce al tener que compartir un espacio físico artificial. La cohabitación conlleva la creación de normas y convenciones estrictas, que coartan el comportamiento y lo condicionan.
En la serie Lucca, la más reciente, se introduce un nuevo elemento, que en este caso es paradigmático: el de las murallas. La ciudad esta rodeada por una línea que subraya intensamente la idea de territorio delimitado, se convierte en una especie de marco real del lugar en el que se desarrollan las relaciones sociales y que actúa de forma simbólica en contra de la libertad de los individuos.
