Su trabajo, iniciado en los años 80, inventa y reorganiza textos, imágenes, materiales y procesos, confrontando la presencia y la ausencia, lo material y lo inmaterial, lo visible y lo invisible, la transparencia y la opacidad, la apropiación y la creación. Así relaciona el exceso de imágenes en la sociedad actual con la escasez de significados que podemos atribuirles.
La exposición, que se centra en sus 10 últimos años de trayectoria presentando también algunas obras menos conocidas de períodos anteriores, propone al visitante un recorrido articulado en torno a las ideas estéticas del artista. Alejado de la pintura convencional, «Aballí puede hacer pinturas sin pintar y textos sin escribir», asegura João Fernandes, comisario de la muestra, «y está muy interesado en el estudio del color».
Aballí, «en su aparente naturalidad, le da a sus trabajos un elemento de crítica social», explica Manuel Borja-Villel, director del museo. El artista también cuestiona el sistema de convenciones de la representación de la obra de arte a través de fotografías, vídeos e instalaciones, esculturas, pinturas y collages, y con un ecléctico muestrario de materiales no convencionales, como hojas, polvo, óxido, metales, recortes de periódicos o trozos de billetes de banco, que se convierten en fragmentos de una poética crítica de las condiciones de representación de la vida y del arte en el mundo contemporáneo.
El artista está más interesado en desafiar permanentemente la atención y percepción del espectador. «Le otorgo al espectador un papel fundamental. Por lo que le presento obras que se encuentran en una fase en la que tiene que acabarlas. El espectador, como decía Duchamp, es el 50% de la obra. Es el que acaba legitimando si eso tiene sentido como obra», asegura el propio artista.
Texto e imagen
Entre las cuestiones abordadas en su obra destaca el análisis del lenguaje y, más concretamente, la relación entre texto e imagen, entre las palabras y las cosas o entre los objetos y los términos que los definen. Algunas de las obras que están presentes en la exposición ilustran estos conceptos como, por ejemplo, la serie de las denominadas Cartas de colores [Teoría] (2007) o las Vitrinas CMYK (2010), cuatro vitrinas –una por cada color de las tintas que se utilizan en los procesos de impresión– en las que el soporte convencional de la obra de arte se convierte en la propia obra y cuya función no es la de mostrar sino la de “demostrar” la paradoja de lo que no se ve.
Otra preocupación habitual en su trabajo es la dicotomía entre presencia y ausencia, donde especula con las nociones de desaparición, transparencia, invisibilidad e ilegibilidad. El resultado es una serie de obras en las que, pretendiendo insinuar más que afirmar, la presencia de los objetos es tan solo evocada. Es un singular juego con el espectador que consiste en la búsqueda de la realidad y de la ficción, de lo visible y de lo invisible, de lo transparente y de lo opaco o de lo que se muestra y lo que se esconde. Ejemplo claro de esta práctica son, entre otras series, Tomar medidas (2010), donde los aparatos de medición son los protagonistas, Entre líneas (2011), instalación basada en el espacio vacío e ilegible de los textos, o la dedicada a las Dobles lecturas (2010), con alusiones a autores como Bernhard o Joyce.
Tal vez el elemento intrínseco más característico de este artista es su necesidad de clasificar y ordenar. Un creador que colecciona, inventaría y dispone meticulosamente las informaciones de los periódicos o recoge las imágenes reproducidas hasta el infinito. Ejemplo de ello son series como Terminologías básicas del color, Listados, Mapamundi o Inventarios, realizadas todas entre 1998 y 2015 y en las que la repetición insistente de motivos iguales a primera vista lleva a la aparición de la diferencia.