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Las tragedias clásicas del Teatro de la Ciudad recalan en Valladolid

Edipo Rey

25 de noviembre de 2015. Dirigida por Alfredo Sanzol, esta es una de las grandes tragedias de Sófocles que protagoniza Juan Antonio Lumbreras, quien se mete en la piel del rey de Tebas, hijo de Layo y Yocasta, un héroe que se convierte en demonio. Junto a él están Paco Déniz y Elena González, acompañados de un coro formado por Natalia Hernández y Eva Trancón. Gracias a la música de Fernando Velázquez, el coro cuenta una acción y se implica de una forma emocional para cambiar la historia.

La necesidad de saber la verdad, el imposible control absoluto del destino y la búsqueda de su propio origen son los tres factores que dan vida a la obra. La grandeza de Edipo está en el empeño por conocer la verdad. El magnánimo rey de Tebas no puede permitirse parar, tiene que salvar a su ciudad de la peste y para ello tiene que conocer quién fue el asesino de Layo. Pero Edipo descubrirá que fue él y que Layo era su verdadero padre. Y descubrirá que Yocasta, la mujer con la que ha tenido cuatro hijos, es su madre.

“Es la historia de un hombre que lo era todo y que descubre ser menos que nada. La historia del hombre que por salvar a la ciudad se hundió a sí mismo. La historia del hombre que al descubrir la verdad decidió no volver a ver la luz”, explica Sanzol. Este clásico pone en cuestión los límites y las posibilidades del entendimiento humano.

Medea

26 de noviembre de 2015. Tras ganar el Premio Ceres 2015 a la Mejor Actriz por su papel en ‘Medea’ y una gira veraniega por diferentes ciudades de la geografía española, Aitana Sánchez-Gijón llega a Valladolid con esta nueva versión de la tragedia griega que escribe y dirige Andrés Lima (Madrid, 1961) sobre el texto de Séneca. La obra platea el enloquecimiento y una reflexión sobre el camino que lleva al ser humano hacia la guerra, a través de un personaje sólido, tan bello como brutal.

La actriz se mete en la piel de una mujer en plena madurez de su fuerza, inteligencia y belleza que lo ha dado todo por el amor de un hombre. Rodeada de un coro de niños a los que su pathos le arroja a asesinar, desgarra su alma para encontrar las palabras que den forma a los hechos que ejecutará para vengarse de ese hombre que ahora le niega su amor. Medea es atrevimiento, es una clara reivindicación de la mujer, de su poder de decisión pese a las consecuencias que puedan surgir.

Medea es contraria a la idea de virtud de Séneca y, sin embargo, es muy atractiva para Lima, quien trabaja desde la descontextualización escénica para absorber la fuerza de la historia, ayudado de diversas fuentes: Eurípides, Jean Anhouil, Heiner Müller, Ovidio, Hesiodo, Caetano Veloso, Bernardo Souvirón, Robert Graves, Emilio Sierra y Simón Díaz. Sobre el escenario, Sánchez-Gijón está acompañada por la música de Jaume Manresa, que tiene un papel fundamental, interpretada por Joana Gomila, Joan Roca y el propio Manresa.

Antígona

27, 28 y 29 de noviembre de 2015. Miguel del Arco versiona y dirige con un reparto encabezado por Manuela Paso y Carmen Machi, a las que acompañan Ángela Cremonte, Critóbal Suárez, Raúl Prieto, José Luis Martínez, Silvia Álvarez y Santi Marín. El director eligió este clásico porque Sófocles hace una crítica profunda de los problemas que inundaban la joven democracia ateniense. Como él mismo asegura, “el teatro es y deber ser fundamentalmente conflicto y uno de los más grandes que conozco es el que se plantea entre Antígona y Creonte”.

Estos dos personajes enfrentan dos nociones del deber: por un lado está la familia, que se caracteriza por el respeto a las normas religiosas y que está representada por Antígona; y por otro, la civil, que es el cumplimiento de las leyes del Estado y está escenificada en Creonte, “al que se ha convertido siempre en el malo de la película”, asegura Del Arco, “Y Creonte claro que hace mal, pero él está convencido de que la ley se tiene que cumplir”. Este personaje es el que más cambios ha sufrido en esta ocasión, ya que está representado por una mujer.

En esta versión en verso libre hay un elemento presente, la compasión. El relato sitúa al espectador en Tebas. Tras la muerte de Edipo, sus dos hijos varones, Polinices y Eteocles, acuerdan turnarse anualmente en el trono, pero tras el primer año, Eteocles no se lo cede a su hermano, por lo que el primero reúne un ejército foráneo contra Tebas. Los defensores de la ciudad ganan un combate en el que los dos hermanos se dan muerte y sube al poder su tío, Creonte, quien prohíbe sepultar a Polinices por considerarlo un traidor.

La obra da comienzo cuando Antígona, hija de Edipo, cuenta a su hermana Ismene el impedimento de Creonte. Pero a pesar de su mandato, Antígona quiere honrar el cadáver de su hermano y le pide ayuda a Ismene, que se niega por temor a las consecuencias.