El trabajo artístico de Sard puede ser entendido bajo el signo del dibujo, al que se añaden otros lenguajes como la instalación, el vídeo y unas obras muy características en las que la imagen emerge a la superficie y se hace visible a través de la punción del papel, que es perforado cientos, miles de veces, con agujas o puntas hasta abullonarlo y conferirle un aspecto de bajorrelieve.

Fantasmal, amputada, seccionada y desenfocada. Así se representa Amparo Sard en unos perturbadores autorretratos donde aparece la otra, el ente protagonista de la exposición. Cuando se confunden los objetos vivos con los inanimados se manifiesta el carácter más siniestro de su obra, en esta ocasión ligada a un cuadro de José Gutiérrez Solana, El espejo de la muerte (1929), que comparte claves que interesan a la artista mallorquina.

Bajo el título de La otra se han seleccionado diversas obras de la artista que ofrecerán al visitante una extensa panorámica sobre las características de su particular método de dibujo y sus intereses temáticos. La muestra cuenta, además, con sus últimos trabajos, realizados expresamente para esta ocasión.

Compleja iconografía

La obra de Sard cuenta con una compleja iconografía, donde abundan los espacios cerrados, agua, baños, moscas, elementos náuticos, autorretratos y mujeres con meriñaque, amputaciones, reflejos, desproporciones corporales y un largo etcétera. Con ellos crea un mundo habitado siempre por una mujer, que se trata de su propio retrato. Ella misma y otra son las protagonistas de acciones crípticas y desconcertantes, pero innegablemente sugerentes.

La otra es para Sard, ella misma, con un sutil disfraz de distanciamiento, en un ambiente misterioso, claustrofóbico y sórdido, porque no se sabe si vive o si es un autómata, si es libre o está encerrada, pero con un lenguaje poético, sin sangre, blanco, limpio, puro.

Diálogo con otros artistas

José Gutiérrez Solana. El espejo de la muerte. 1929

Se ha buscado entre los fondos de las colecciones del Banco Santander y del Museo ABC dos obras a partir de las cuales entablar un diálogo íntimo con el trabajo de Amparo Sard, al igual que se ha hecho con otras exposiciones.

Los seleccionados han sido, por un lado, un lienzo de José Gutiérrez Solana, El espejo de la muerte (1929), que parece especialmente indicado para confrontarse con el personal mundo de obsesiones de la artista. Por otro lado ha sido elegido un dibujo de Julián Grau Santos, Homenaje a Ángeles Santos. Cotufas en el Golfo. Vivir más allá del aire (1984).