En El aura de los ciervos la creación contemporánea convive con obras del Museo del Romanticismo para evocar en el espectador una imagen mítica de la naturaleza.
En ella, Miguel Ángel Blanco [2] (Madrid, 1958), un artista destacado por estar vinculado directamente a la naturaleza, parte de un grabado de Fernando Brambilla perteneciente a la colección del museo junto a otras piezas de temática relacionada con un animal tan emblemático como el ciervo y las pone en relación con ocho libros-caja de su Biblioteca del Bosque, siete de ellos realizados ex profeso para la muestra.
Animal ancestral
Vista del Real Palacio de Riofrío, de Fernando Brambilla, es una estampa en la que unos ciervos saltan en primer plano asustados por una violenta tormenta eléctrica. A partir de aquí, el artista se interesa por otras apariciones de ciervos en piezas de la colección, que reflejan la fascinación por un animal con una carga simbólica ancestral, y dan idea de las distintas facetas que tuvo en ese período su representación artística. Perviven tanto en temas paganos, como el mito de Diana y Acteón, o cristianos, como el ciervo crucífero, en las leyendas de San Eustaquio a San Huberto.
Los libros-caja son para el artista un particular microcosmos, contienen elementos naturales, botánicos, minerales, animales, entomológicos, precedidos por unas páginas que nos introducen a esos materiales mediante dibujos, grabados o impresiones fotográficas.
El recorrido culmina con una instalación en la que utiliza metopas y cuernas, procedentes del Museo Nacional de Ciencias Naturales, que se completa con una intervención sonora que reproduce los poderosos sonidos del entrechocar de las cuernas y la berrea de los ciervos para escenificar la liberación del aura de estos animales.
Artista de la naturaleza
Miguel Ángel Blanco ha forjado, desde su estudio en Cercedilla, una propuesta coherente y sólida que pone en relación arte y naturaleza. Las vivencias, los encuentros y los descubrimientos en la naturaleza le dictan los asuntos y los contenidos de sus obras.
A mediados de los años 80 es cuando define su principal vehículo de expresión artística: el libro-caja. Este ha sido durante más de 30 años el receptáculo de toda una vida dedicada a observar, elegir, atesorar y transformar la infinita riqueza natural. Cada uno de sus elementos y cada uno de los gestos que intervienen en su elaboración tiene un significado. Todos esos libros-caja componen la Biblioteca del Bosque, que en la actualidad cuenta con más de 1.100 ejemplares.