Barón, al igual que toda la generación de pintores a la que pertenece, se ha nutrido de un amplio número de tendencias: informalismo, abstracción lírica, analítica y geométrica, realismo social, neosurrealismo, neoexpresionismo, pop, etc. Esta amalgama ha hecho que convivan en su obra una fusión de disciplinas, ayudadas por las nuevas tecnologías e internet.
Neofiguras
En esta exposición sigue apostando por una obra neofigurativa, ácida, irónica y fresca, ligada a pautas y símbolos sobre los que reincide una y otra vez patentando su capacidad como dibujante, ilustrador y colorista.
En sus piezas aparecen formaciones que parecen seguir una organización compleja. Un universo íntimo orientado a imaginar nuevas estructuras del territorio. Un fantástico mundo de matices donde prima, como trasfondo, la exuberancia cromática.
Lecturas ocultas
Las obras que presenta en Marlborough mantienen activa su dialéctica entre representación e interpretación. La soledad, el miedo, el anonimato, la incomunicación, la alienación mediática, los homenajes étnicos, la ciudad… aparecen como lecturas ocultas entre su pintura lúdica.
Entre la vitalidad, la melancolía y el optimismo se funden amarillos, rojos, violetas, verdes y azules, dominados por las líneas negras de las siluetas, acotando cada campo de color y encerrando a ese rostro anónimo del misterioso personaje que protagoniza la muestra. Bajo su mirada, aparentemente perdida, emergen jeroglíficos, crucigramas paridos por extrañas obsesiones.