En esta ocasión, la reflexión gráfica de Cabrera se organiza en torno al Rinoceronte de Durero, una xilografía de 1515 que representa ese animal casi mitológico que el sultán de Cambay había regalado al rey de Portugal y que había desembarcado en Lisboa en mayo de ese mismo año. El grabador alemán nunca llegó a ver aquel rinoceronte, pero lo reprodujo a partir de la descripción y el esbozo de un testigo portugués enviados a Núremberg.
Durero desembarazó a su rinoceronte de las ataduras que sujetaban las patas en la primitiva representación, aumentó su corpulencia y bruñó las placas que lo recubrían para lograr esa apariencia casi mecánica, el primer cyborg de la historia y la primera obra múltiple que tuvo en Europa una difusión masiva fuera del ámbito religioso. Una hecho que incluso ha inspirado novelas como El rinoceronte del Papa, de Lawrence Norfolk.
Cuestionamiento y revitalización
Cabrera toma como punto de partida aquel grabado en madera para cuestionar y revitalizar los mecanismos de representación figurativa en un mundo saturado de imágenes desechables. El artista ha fusionado sus dos oficios de pintor y grabador en esta exposición, pintando directamente con grabados rasgados, componiendo con trizas de estampas anteriores, teñidas y superpuestas, una escena distinta y lujosa. En sus obras ha incorporado la naturaleza fragmentaria y casi abstracta del cuerpo de aquella bestia a medias real, a medias fabulosa, montando con jirones de otras imágenes una armadura articulada por los vacíos desgarrados del papel.
Sus lienzos están inspirados por el principio que Walter Benjamin identifica como el rasgo que define y funda la modernidad: la abolición de las jerarquías y la tensión entre todas las referencias naufragadas. Ciudades medievales ardiendo en un paisaje digital, electrodomésticos revelando la estructura subyacente del rostro de Cristo, una cruz emergiendo como una herida a medio cerrar en el papel. El humor constante de Cabrera dilata los intersticios entre los distintos planos plásticos y conceptuales, insuflando nueva respiración a los antiguos relatos.
Como homenaje a aquella primera estampa del rinoceronte que dio alas a la técnica del grabado y permitió que los ciudadanos particulares se convirtieran también en poseedores de obras artísticas, Cabrera ha realizado con Photosai la carpeta Los ojos del rinoceronte, un tríptico que, en una cuidada edición, contiene toda la fascinación que este artista enciende en sus imágenes y que puede ser adquirido en la propia exposición.