La exposición, titulada Hospicio de utopías fallidas, presenta alrededor de 90 obras, entre vídeos, fotografías, collages, grabados e instalaciones, y propone una revisión de toda su carrera a través de los trabajos más destacados, atendiendo a los conceptos clave sobre los que ha trabajado: la desmitificación del papel del artista en la sociedad del consumo, la capacidad artística del lenguaje, la desmaterialización del objeto artístico, el poder evocador de las imágenes y la implicación activa del espectador.
Con estas cuestiones, Camnitzer busca despertar en el público la participación activa y su involucración en el proceso artístico, aspectos en los que se centra principalmente esta muestra. Si por un lado permite tener una visión global y contextualizada de su multifacética propuesta, desarrollada a lo largo de casi sesenta años, por otro se despliega en torno a tres ejes temáticos abiertos en el transcurso de sus prácticas artísticas.
El primero sería lo que entiende como “el conceptualismo de Camnitzer”, que tomando como punto de partida la desmaterialización del objeto artístico y la relación del arte plantea procesos de pensamiento que abordan la realidad política y social. Las primeras obras que anuncian estas ideas se inscriben dentro del Mail-Art y pertenecen a la década de los sesenta: Adhesive Labels [Etiquetas adhesivas] (1966) y Envelope [Sobre] (1967), y más tarde otras como la serie Autorretratos/Selfportraits (1968-1972) o la instalación Living Room [Sala comedor] (1969), en la que los objetos de las paredes y del suelo se representan a través de descripciones lingüísticas, difuminando así, en el reducido espacio de una habitación, las fronteras entre lo visual y lo textual.
El segundo eje de la exposición supone el desenlace natural del anterior, con obras más declarativas, en las que los elementos visuales adquieren mayor prominencia. Son las que se pueden llamar “arte político”. Aunque esta tendencia tiene su inicio en los años setenta con Leftovers [Restos] (1970), no será hasta los ochenta, los noventa y el siglo XXI cuando Camnitzer realice las obras políticas de mayor repercusión, como Uruguayan Torture Series [Serie Tortura Uruguaya](1983-1984), Los San Patricios (1992), El Mirador (1996), Documenta Project (2002) o Memorial (2009), ampliando su repertorio para dar paso a una práctica más compleja y abierta a la participación del espectador.
Por último, el tercer eje presta atención a su labor educativa y a su defensa de un arte y educación que funcionen como un todo indivisible. Si por un lado se puede afirmar, siguiendo al artista, que lo importante en estas obras es ayudar a extender el conocimiento y explorar órdenes alternativos; por otro, lo que consiguen es afirmar la noción de que el arte y la educación –entendida no como enseñanza, sino como aprendizaje, especulación, cuestionamiento, desafío, descubrimiento y tarea colectiva de facilitación del conocimiento– son casi la misma cosa. Este ideario se encuentra en Insultos (2009) o en la serie Cuaderno de ejercicios (2011/2017), y en instalaciones como Lección de historia del arte, lección n.º 1 (2000), El aula (2005) y El museo es una escuela (2009¬2018), todas ella presentes en la muestra.
La obra Utopías fallidas (2010/2018), incluida en esta sección, da título a la exposición por deseo expreso del artista. En consonancia con su ironía, hace alusión a la historia “oscura” del edificio Sabatini como hospital y lugar para los “dementes o faltos de juicio”. Pero, además, la retrospectiva recoge el transcurso de la utopía en Camnitzer, que define como «un proceso a través del que uno busca la perfección; como un espejismo, constantemente se distancia a la misma velocidad que uno cree que se acerca a ella. Algo similar a la revolución en la revolución».
La educación y el papel de la educación que Camnitzer propone en la trayectoria seguida a lo largo de su amplia carrera nos sitúan, precisamente, en un espacio participativo de creación y aprendizaje: «Mi utopía ―dice el artista― es una sociedad igualitaria, justa, sin clases, creativa y con el poder equitativamente distribuido. Para entrar en el proceso de esa utopía necesito que la educación sea creativa y ayude a crear, y que lo que llamamos arte sea educativo y genere aprendizaje. El acento en la educación entonces ya no está en transferir información, sino en aprender a accederla. Y, en lo referente al arte, tampoco está en el objeto llamado ‘obra de arte’ sino en los procesos que su presencia genera en el espectador, y cómo transforma al individuo para independizarlo en su propia creatividad sin tener que continuar consumiendo lo que yo hago como artista. Arte y educación entonces son casi la misma cosa».
Escuela Perturbable
En paralelo a Luis Camnitzer. Hospicio de utopías fallidas, el Museo ha creado el proyecto Escuela Perturbable, un programa extendido de estudios, residencias y producciones culturales que pretende no ser un programa pedagógico, ni un programa artístico, ni un programa curatorial, sino una experiencia de aprendizaje cuyo objetivo fundamental es visibilizar la importancia de la educación artística como práctica emancipadora en las sociedades contemporáneas.
Durante estos cuatro meses, tres grupos de trabajo abordarán las siguientes líneas argumentales: el concepto de mediación, el papel de la formación de los artistas en la universidad y la reivindicación de la enseñanza artística en las etapas de la educación infantil, primaria y secundaria en España.
A través de herramientas como la lectura de textos especializados, el intercambio de ideas, el debate, diversos talleres y la elaboración de materiales, se abordarán dichos ejes, contando además con encuentros abiertos al público y con actividades en las propias salas de la exposición.
Desde este laboratorio de acción social, la exposición sirve de contexto para examinar las tesis de Camnitzer con una perspectiva crítica, teniendo en cuenta el tejido sociocultural local e internacional, con especial énfasis en América Latina. Por ello, y en paralelo a los grupos de trabajo, varios proyectos y colectivos de aprendizaje alternativo latinoamericanos serán invitados en residencia para expandir y enriquecer el debate.
En el patio Nouvel, dos piezas de enunciados análogos y contradictorios (El museo es una escuela, El museo es una fábrica) plantearán un diálogo abierto. Escuela Perturbable trabajará pues en la fricción entre ambos, confiando en que de dicho diálogo emerjan el aprendizaje significativo, el cuestionamiento de lo establecido y la acción transformadora.