Un campo, el de la pintura, que en este siglo XXI se ha liberado de las autodefiniciones estrechas y piensa la imagen como algo acuático, como cosas que se van y se pierden, que a semejanza del agua se escurre entre las manos. En ese sentido, las obras de esta exposición se entienden como contenedores cuya función es dar una forma externa a lo que fluye, a lo que se acaba, aunque todo en su pintura última está a punto de empezar.
El modo de pintar de Gordillo sigue siendo el mismo: siempre está en la pintura pero no siempre está pintando. El artista ha tenido cierta aversión a situarse dentro de un cauce único, no sólo en relación a una cuestión teórica o de concepto, sino más bien a una cuestión de carácter, de manera de ser y, sobre todo, de manera de sentir. De esa reflexión constante nace la experimentación, palabra clave de este proyecto.
El artista pone la pintura en el centro, sitúa el foco en la simbiosis que existe entre ésta y la fotografía, el collage y el dibujo, campos de fuga cada vez más prolíficos en su quehacer artístico. Aunque, por encima de todo, lo que propone esta exposición es una celebración de una capacidad creativa única, la de un artista que a sus 89 años sigue en activo y con una clara influencia en las nuevas generaciones.
Para Bea Espejo, su comisaria, «preguntarle a Luis quién es Gordillo tiene mucho de viaje épico. Lo mismo ocurre al pensar su obra. Implica poner en juego todas nuestras capacidades y ampliar el punto de vista desde el cual miramos el mundo. A su lado, perderse conlleva encontrarse y esconderse implica exponerse. En ese lugar impreciso es donde aparece el acoplamiento de sus ideas, allí donde llega el discurso y donde reposa el lenguaje sin capacidad de aguantarse, esa pintura como un amigo íntimo al que contarle todo, con más dudas que certezas. Ahí empieza todo, en un dilema titulado dime quién eres Yo. Una duda existencial y una exposición de su trabajo reciente que se adentra por ese laberinto psíquico, emocional y artístico de su personalidad. Un ejercicio del artista por sorprenderse a sí mismo en cada sala y en cada planta, pensadas como una forma incierta pero eficaz de conocerse y, ya puestos, de darse a conocer».
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Esta muestra enlaza con Iceberg tropical, la que el Museo Reina Sofía le dedicó a Gordillo en 2007, año en el que fue galardonado con el Premio Velázquez. Por ello, dime quién eres Yo comienza con Martirologio cromático (2006), la pieza que cerraba aquella muestra para adentrarse después en el corpus artístico que ha ido configurando desde entonces. Esta es la mayor retrospectiva de su obra en Madrid desde entonces.