A lo largo de su carrera, Gordillo ha mantenido una permanente tensión creativa que lo ha convertido en un pintor de referencia en el panorama artístico español y un símbolo de la vitalidad de la pintura.
La muestra propone un recorrido cronológico que comienza en la planta baja y concluye en la primera planta del CGAC. Cada sección refleja las características de una etapa: los dibujos automáticos de finales de los años cincuenta marcan su conexión con el informalismo; las cabezas de mediados de los años sesenta, junto a los tricuatropatas, los peatones y los automovilistas, están emparentadas con el pop británico; el dibujo es un elemento vertebrador de su producción de los años setenta junto con las experiencias con la imagen fotográfica y la serialidad; los complejos y variados años ochenta están representados principalmente por la serie de los meandros, que conecta con el dibujo automático informalista y con una visión científica de lo orgánico y del cuerpo como fragmento; los años noventa se sintetizan en cuadros con un sentido escenográfico y espectacular que el artista fotografía compulsivamente durante su ejecución mostrando las infinitas combinatorias que aparecen en el proceso; los 2000 se caracterizan por la experimentación con soportes y técnicas así como por la incorporación de lo digital; y el recorrido termina con una nueva serie de cabezas realizadas en el año 2015, que de alguna manera cierra un círculo autorreferencial.
Frente a la pintura de Gordillo a menudo se produce la sensación de estar contemplando o descubriendo con asombro una física y una química inventadas. Estos fragmentos de realidad, propios de la imaginación, concluyen o se estructuran en una especie de ciencia visual de las cosas y también (en términos del propio Gordillo) de las anti-cosas, una idea muy difusa siempre recurrente en su universo. Su producción se ha caracterizado por hacer más complejas las categorías estéticas y los dilemas artísticos, buscando salirse de las simples definiciones y de marcos preestablecidos. Con este fin ha desarrollado una experimentación permanente. Desde los años setenta destaca en su obra el papel de la fotografía como catalizador de esta vertiente experimental y, ya en los 2000, su obra pictórica se centra en procesos y metodologías de carácter fotográfico.
Confesión general ya ha podido verse en el CAAC [1] de Sevilla y en el Koldo Mitxelena Kulturunea [2] de San Sebastián. Cerrará su ciclo presentándose el próximo otoño en La Alhambra [3] y el Centro José Guerrero de Granada [4].