Este nacimiento fue realizado en el último cuarto del siglo XVIII a raíz de un encargo del noble murciano Jesualdo Riquelme y Fontes al maestro Francisco Salzillo (Murcia, 1707-1783) y completado por su discípulo Roque López y su taller. Quedaría concluido en 1800. Es el referente de belén de Misterios de tradición española, donde los grandes protagonistas del relato son los episodios evangélicos y donde también aparecen escenas costumbristas que retratan la sociedad del momento.
Se trata de un conjunto único en su género por su homogeneidad, puesto que Salzillo fue quien lo concibió y dio las pautas que luego siguieron sus discípulos, así como por su grado de perfección técnica y virtuosismo.
Realizado en la última etapa de la vida del escultor, esta magna obra es fundamental en su producción. Si los pasos para la Cofradía de Jesús estaban pensados para salir a la calle y manifestaban una religiosidad muy peculiar que se traducía en determinados colores, gestos y movimientos corporales, el Belén es una obra que da paso a otra nueva forma de contemplación, en un escenario más reducido y ante un tiempo más festivo como era el de la Navidad.
Casi trescientas piezas
En CentroCentro se exhiben 297 piezas, incluidas las arquitecturas, una selección del total de 556 que forman el conjunto completo.
Las figuras tienen un tamaño de unos treinta centímetros y están modeladas en arcilla pero también las hay en madera, con lienzos y telas encoladas. Están ricamente policromadas dentro de la tradición rococó.
En el Belén convive una galería muy pintoresca de personajes contemporáneos a Salzillo, presentes en la pintura costumbrista, los tapices y en el mundo castizo de comedias y sainetes. En este universo popular se relacionan los pastores y gañanes con la refinada nobleza local y, junto a ellos, se hacen presentes los delicados seres sobrenaturales, como los ángeles o los personajes sagrados, con sus túnicas ricamente estofadas y doradas.
Técnica
En cuanto a la técnica, el color es un instrumento jeraquizador y los pinceles de distinto grosor permitían transitar desde la suavidad de las sedas a la tosquedad de los tejidos de los pastores. El rayado del estofado da un aire de suntuosidad a mantos y túnicas de las figuras sagradas. Predominan los azules, rojos y verdes, combinados con los oros. Los ángeles son las figuras más elegantes, como el Ángel de los Celos (Sueño de San José), síntesis perfecta de plástica y color en los que la silueta traduce una sensación de inmaterial levedad.
El Belén fue adquirido en el año 1915, cuando el marqués de Corvera lo ofreció al Estado para su compra. En un primer momento se expuso en el Museo de Bellas Artes de Murcia hasta que, en 1958, pasó a formar parte de los fondos del Museo Salzillo, que ahora lo ha cedido temporalmente para esta muestra.
Murcia y el arte del belén
Aunque los belenes se pusieron de moda en la España de Carlos III y a pesar de la sangre napolitana de Salzillo, el de la colección Riquelme se diferencia del presepe napolitano al inspirarse en el campesinado español, por su profundo sentimiento religioso y tendencia a la narración, así como por el modelado de las figuras con sus ricas policromías.
No obstante, en Murcia la tradición de montar belenes se remonta al siglo XVII, en comunidades religiosas como las Capuchinas, Agustinas, Carmelitas o Clarisas, proclives al encargo de obras relacionadas con la poética infancia de Jesús. Esta ciudad se convirtió así en un enclave decisivo para la historia del belén español y para la costumbre de introducirlo en los ámbitos domésticos. Todavía hoy Murcia es un referente mundial en la producción de belenes.