El montaje recorre varios siglos de la historia de la capital a través de su música: seguidillas, coplas, chotis, pasacalles, tangos y romanzas de 16 de las zarzuelas más celebres. La música de Bretón, Moreno Torroba, Chapí, Chueca o Vives ejerce así de guía para descubrir el Madrid goyesco, el castizo, el romántico, el de los años treinta…
Durante el espectáculo se representan fragmentos de La verbena de la Paloma, La chulapona, La Gran Vía, Luisa Fernanda, El último romántico, Don Manolito, La Calesera, El barberillo de Lavapiés, El tambor de granaderos, Los claveles, El año pasado por agua, María Manuela, La del manojo de rosas, Doña Mariquita de mi corazón y Doña Francisquita. Todas con música en directo interpretada por la Orquesta de la Comunidad de Madrid (Orcam).
Acompañados del Coro de la Comunidad, el elenco de solistas está compuesto por Marisa Martins, Amparo Navarro, Cristina Faus, Anna Tobella, Carlos Cosías, José Luis Sola, Ángel Ódena, César San Martín y Juan Carlos Barona.
Más que una antología
Para Albert Boadella, director artístico de los Teatros del Canal, Viva Madrid tiene una «enorme facultad: evita lo más problemático en la zarzuela, los libretos». El director considera que, salvo excepciones, éstos suelen «flojear» y cree que «existe una enorme dificultad al pasar del canto a la prosa para el cantante y, por tanto, Viva Madrid evita eso sin ser sólo una antología de la zarzuela. Elimina la prosa y aumenta la conectividad con el espectador. Creo que esa es una de las claves del éxito de este espectáculo».
Miguel Roa, uno de los directores musicales junto a Manuel Coves, incide precisamente en esa dificultad de la prosa y el canto: «En la ópera se solucionó con el recitativo incluido por Claudio Monteverdi, pero es algo que no se terminó de solucionar en la zarzuela». El director cree que Viva Madrid es una función que está perfectamente estructurada y que, además, ofrece la opción a los músicos de no parar de tocar y de «que estén en guardia y no hablen».
Entre las obras, Boadella destaca el Fandango de Doña Francisquita: «Es una pieza extraordinaria. De hecho es fantástica para hacer el amor. Tiene un tiempo estupendo, algo que sólo sucede con algunas piezas musicales que tienen el don de estimular el amor», bromea.
Con un hilo conductor
Por su parte, Jaime Martorell, director escénico de la propuesta, confiesa que cuando se le ocurrió la idea, el espectáculo duraba nada menos que 12 horas por la gran cantidad de fragmentos de diferentes zarzuelas que quiso incluir. «Finalmemente se ha quedado en hora y cincuenta minutos más el descanso».
Además de la selección de repertorio, otra de las dificultades que encontró fue la de buscar un hilo conductor: «Me acordé de cuando me iba a dar vueltas por las calles y plazas de Madrid haciendo tiempo entre ensayos y pensé que Don Hilarión podría ser nuestro conductor y hacer lo mismo. Pensé que podría recordar lo que fue la ciudad y soñar lo que vendrá. Al final nos quedó este paquete, que tiene una gran complicación porque en vez de hacer el vestuario para una zarzuela se ha hecho para unas cuantas», relata.
Para la escenografía reconoce que tuvo que aunar todo y hacer algo más conceptual. Dentro del espectáculo, el baile para él era muy importante y coincide en destacar, como Boadella, el sensual Fandango de Doña Francisquita. «Guardé a Vives para el final porque Doña Francisquita me parece una declaración de independencia musical, además de ser una reposición de todos los estilos. Con ese Soy madrileña al final hace toda una declaración de principios», afirma.
Función benéfica y homenaje
Los beneficios de la primera función irán destinados a financiar Más que cultura, los proyectos sociales que los Teatros del Canal llevan a cabo con la Joven Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (Jorcam) y la Fundación Saludarte. Se trata de una serie de talleres de danza, coro y percusión donde los protagonistas no son los ‘artistas’ habitualmente conocidos por el público, sino personas con discapacidad intelectual, parálisis cerebral o en riesgo de exclusión social, para quienes el arte se convierte en vida, felicidad y autoestima.
Otra función especial será la del 27 de marzo, en homenaje al maestro Miguel Roa, que en el año 2014 celebra su 70 cumpleaños y los 50 años de su debut como director de orquesta.
Después de realizar sus estudios musicales, el maestro Roa debutó en 1964 como director con Rigoletto. Desde 1985 fue el director Musical del Teatro de la Zarzuela de Madrid, al frente de cuya compañía cosechó grandes éxitos dentro y fuera de España con La Chulapona (París, Edimburgo y México), Don Gil de Alcalá (Madrid y México), La verbena de la Paloma y La Revoltosa (Madrid y Buenos Aires) y La del manojo de rosas (Madrid, Roma y París), entre otras.