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Magdalena Correa convive con los Wayúu

La artista lo define como “una zona desértica y plana donde casi no hay agua y los habitantes viven diseminados en núcleos de población muy alejados los unos de los otros”. Así es la Guajira, la tierra de la población indígena Wayúu que Correa ha explorado a través de la fotografía y el vídeo. «Me mueve mirar y detenerme en aquellos espacios geográficos y humanos aislados y desconocidos que coexisten de manera habitual y real a nuestra vida cotidiana, pero que no son objeto de nuestra preocupación porque vivimos instalados en la comodidad y no necesitamos preocuparnos por su existencia y porque en muchos casos, dadas las dificultades para acceder a ellos, simplemente no figuran en los mapas”.

Desarrollado entre 2015 y 2016, la autora realiza una disección de los modos de vida de niños, mujeres y hombres que recorren largos caminos a pie, en burro o bicicleta para buscar agua, duras condiciones que no impiden a los habitantes de este pueblo sonreír, desarrollar su enorme creatividad y sus excentricidades afrontando cualquier dificultad desde un punto de vista sumamente lúdico y optimista.

“Es un pueblo que a fuerza de tener que obviar una cruda realidad se ve abocado a crear, por así decirlo, otra mucho más amable y soportable. ¿Magos? No podría asegurar que comí o que bebí para sucumbir ante sus supuestos hechizos, pero volví enamorada de aquella suma de territorio, animal y ser humano fundidos en un solo ente. Aún hoy, mi lenguaje, con las imágenes y los recuerdos muy cercanos, sigue imbuido de esa ambigüedad y en cierto modo de ese surrealismo en el que uno se sumerge cuando llega a aquella tierra llamada Guajira”, explica Correa.


Mirada crítica

Magdalena Correa está doctorada en Fotografía por la Universidad Politécnica de Cataluña (2003) y licenciada en Bellas Artes por la Universidad Católica de Chile (1994). En sus trabajos anteriores se ha centrado en retratar los paisajes aislados y difíciles de habitar. Así se muestra en Bosques Quemados (1998-1999), donde retrata los restos incendiados de los bosques de Lérida. Un año después realizó una nueva exploración fotográfica, El Museo (2000-2002), donde se centra en el estado deplorable del edificio de la Academia de Bellas Artes de Santiago de Chile.

En The World of Trade Center (2002-2004) mostró la ruptura existente entre la arquitectura y su entorno que provocó el edificio de los arquitectos Pei and Partners en el Puerto de Barcelona; con Austral (2004-2006) hizo un recorrido por el territorio aislado y precario de Aysén, en Chile; en Gobi-Atacama (2006-2007) desveló el aislamiento y monumentalidad de los desiertos de Gobi en China y Mongolia y el desierto de Atacama en Chile; y en Niveo (2009-2010) se centró en la vida en Bahía Fildes: Villa de Estrellas, el único pueblo permanente y estable del territorio chileno antártico. En La Rinconada (2012 – 2014) visitó el municipio que se encuentra en el Distrito de Ananea (Puno, Perú); y en Luxury has a new Address (2014-2015), la artista experimenta fotografiando Kuwait.