La trayectoria intelectual de Cossío está estrechamente vinculada a la de Giner, de quien fue su más estrecho colaborador y el principal continuador de su obra. Tras la muerte del maestro en 1915 fue su sucesor en la dirección de la Institución hasta 1935, año de su fallecimiento. Además, impulsó la creación en 1916 de la Fundación Francisco Giner de los Ríos, de la que se cumple ahora su primer centenario, para proteger el patrimonio material e intelectual de la Institución Libre de Enseñanza (ILE).
La muestra –que se puede visitar en la que es sede madrileña de la ILE desde 1884 y la casa donde vivieron Giner y Cossío– quiere dar a conocer su legado intelectual y rendirle homenaje, y ser continuadora de la que ya se dedicó el curso pasado al mismo Giner [1], ofreciendo otros aspectos complementarios del proyecto modernizador institucionista.Entre las más de 300 piezas de la exposición –que incluye pinturas, esculturas, documentos, fotografías, filmaciones de época, cartas, trajes, libros, revistas, manuscritos y otros objetos– se encuentran las procedentes de instituciones como el Museo del Prado, el Museo Sorolla, la Biblioteca Nacional de España, el Museu Nacional d’Art de Catalunya, el Museo Nacional del Romanticismo o la Residencia de Estudiantes, entre otras, con obras de, entre otros creadores, el Greco, Aureliano de Beruete, Ramon Casas, Joaquín Sorolla, Ignacio Zuloaga, Federico García Lorca, Joaquín Torres-García, Benjamín Palencia, Luis Buñuel o Salvador Dalí…, todos ellos relacionados de un modo u otro con la labor de la ILE.
Perspectiva múltiple
El arte de saber ver ha sido comisariada por Salvador Guerrero, profesor de Historia del Arte y la Arquitectura en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, con la asesoría científica de Javier Portús, jefe de Conservación de Pintura Española hasta 1700 del Museo del Prado, y se desarrolla desde una perspectiva múltiple, teniendo como ejes la figura de Cossío, la pintura del Greco, la ciudad de Toledo y la tradición intelectual de la ILE, así como la importancia que para el institucionismo tuvieron las artes populares.
Desde la ILE, Cossío puso su empeño en cultivar la sensibilidad artística de los alumnos, amparado en la expresión del «arte de saber ver», formulada por él en un artículo pionero publicado en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza en 1879.
Además, su libro sobre el Greco lo sitúa entre los primeros historiadores del arte españoles que se acercaron al estudio de los hechos artísticos a través del análisis directo de las obras y el obligado cotejo de la documentación histórica, convirtiéndose en un referente a la hora de establecer un método de enseñanza de la Historia del Arte.
El núcleo de la exposición gira en torno a este libro: se muestran sus antecedentes, las fuentes empleadas para escribirlo, algunos ejemplos de la labor investigadora recogida en sus páginas, y su recepción crítica dentro y fuera de España.
Para Javier Portus, «uno de los hitos fundacionales de la Historia del Arte, tal y como se entiende en España, es El Greco. Cuando publica su libro, en nuestro país apenas se habían publicado monografías actualizadas y con un carácter mínimamente científico sobre artistas. El único referente importante está vinculado también a la ILE, que es Velázquez de Beruete, que apareció en París en 1898, una obra fundamental a la hora de entender la deriva que tomó la investigación sobre el Greco. Cuando Cossío publica su libro, el cretense ya era una figura importante para los historiadores y para algunos de los artistas más destacados no solo de España sino también de Europa, pero su figura como pintor todavía estaba por analizar. Se tenía conocimiento de un número importante de obras, también de un conjunto documental significativo, pero hasta entonces nadie había hecho el esfuerzo de recopilar todo este material, nadie había hecho el esfuerzo de viajar por gran parte de Europa y algunas ciudades de EE.UU. para ver las obras y, a partir de ese conocimiento, de esa experiencia directa, opinar sobre ellas, y nadie había hecho el esfuerzo de trazar de una manera completa lo que es una visión de la evolución del Greco como persona y, sobre todo, como pintor. Eso es lo que hace Cossío en un trabajo que le llevó varias décadas, porque desde finales del siglo XIX ya se está interesando por el Greco, ya está reivindicando la figura de un pintor que en ese momento estaba para muchos en entredicho».
«Además, Cossío –recuerda Portus– descubre numerosos cuadros del Greco, alguno tan importante como Vista de Toledo del Museo Metropolitano de Nueva York, o también el Retrato de Fray Hortensio Félix Paravicino del Museo de Boston, una de las cumbres del pintor como retratista. Además acopia un elevadísimo número de fotografías, porque su punto de partida no es solo ‘voy a reunir todo el material posible, voy a ver el mayor número posible de obras y con eso voy a dar mi visión personal del Greco’. En su mente está también ofrecer a las generaciones futuras un punto de partida para que ellos mismos juzguen sobre el Greco y sean capaces de elaborar su propia imagen del pintor. De ahí ese empeño en crear un corpus gráfico importante, algo hasta entonces inhabitual en la historiografía del arte en España. Con todo eso elabora su propia imagen del Greco. No solo ofrece al lector contemporáneo y futuro el material básico para que ellos se formen una opinión sino que elabora su propia imagen y convierte al Greco no solo en un fin en sí mismo sino también en un instrumento a la hora de tratar de entender lo que ha sido la realidad histórica de España a través del Greco y a través de su vinculación con la ciudad de Toledo».
Por último, una parte de la muestra está dedicada a la ciudad de Toledo como crisol de culturas –ya que se convierte en emblema de la España liberal, de visita obligada para los corresponsales internacionales del institucionismo– y como crisol entre tradición y vanguardia, representada por los jóvenes creadores de la Residencia de Estudiantes.
Cossío fue el gran artífice de la idea de hacer del Greco un pintor universal y de Toledo una ciudad compendio de la historia de España. Sus constantes excursiones toledanas como guía de las visitas escolares de los alumnos de la Institución y como acompañante de visitantes ilustres, como fue el caso de Julius Meier-Graefe o, posteriormente, de Albert Einstein, constituyeron el germen de su monumental trabajo sobre el Greco, que difundió su obra en el mundo entero.
La Institución y la Historia del Arte
La ILE estuvo muy relacionada con el nacimiento de la Historia del Arte como disciplina científica en España, proceso en el que hay que subrayar la labor desarrollada por Francisco Giner de los Ríos, por Aureliano de Beruete –en su doble faceta de artista y de estudioso, autor de una destacada monografía sobre Velázquez– y, de forma significativa, por Juan Facundo Riaño, a quien se deben la formación de los primeros catálogos monumentales.
El propio Cossío dejó testimonio de ello en más de una ocasión. Por ejemplo, en su libro sobre el Greco, donde escribe: «de la “casa de Riaño” y mediante aquella juventud que allí formárase, vino a la Institución el amor al cultivo de la Historia del Arte; tal vez la nota más característica de su programa escolar, y aun de su influjo educativo en la cultura patria».
Estas iniciativas entroncaban con la aspiración institucionista de incorporar la Historia del Arte a los programas académicos en la enseñanza secundaria (cabe reseñar los esfuerzos realizados para ello por Hermenegildo Giner de los Ríos) y universitaria, que culminaría con la creación de la primera cátedra universitaria de Historia del Arte, a la que se incorporó Elías Tormo como primer titular.
Aunque con notables precedentes en el siglo XIX, para el arraigo en España de este proceso de institucionalización y profesionalización de los estudios y la práctica investigadora de la Historia del Arte fue clave el trabajo realizado por el grupo de profesionales vinculados a las Secciones de Arte y Arqueología del Centro de Estudios Históricos, creado en 1910 en el seno de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. Y también el desarrollado por Josep Pijoan en el Summa Artis. Historia general del arte, obra publicada por Espasa-Calpe, en la que Cossío figura como codirector del primer volumen.