La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando [1](Madrid) acoge hasta el 30 de junio la exposición Mariano Benlliure. El dominio de materia, que reúne 51 obras del escultor, la mitad de las cuales se exponen en España por primera vez. En Madrid residió gran parte de su vida, tuvo su estudio y acometió el mayor número de encargos oficiales y privados; y Valencia fue su ciudad natal.
Esta exposición, organizada por el Consorcio de Museos de la Comunitat Valenciana y la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid, es el colofón de las actividades realizadas con motivo del 150 aniversario del nacimiento del escultor valenciano, cuya obra es muy amplia y de gran variedad. El artista dominó todos los materiales, géneros y técnicas de la escultura. Su producción está cercana a las cuatro mil obras, incluyendo apuntes, dibujos y pinturas. Destacan los encargos de monumentos públicos y funerarios, que llegan a sumar un centenar en todo el mundo.
La exposición recoge una selección de obras procedentes tanto de de colecciones particulares como de instituciones públicas: Patrimonio Nacional, Museo Nacional del Prado, Congreso de los Diputados, Museo de Bellas Artes de Valencia, Musée d’Orsay, Real Academia de la Historia, Embajada de España en París o Embajada de Italia en Madrid, entre otras.
Mariano Benlliure. El dominio de la materia ha sido comisariada por Leticia Azcue Brea y Lucrecia Enseñat Benlliure, bisnieta del artista, quienes la han estructurado en varios apartados.
Ámbitos temáticos
– Temas libres: la creatividad. Este apartado reúne una serie de piezas alegóricas, de temas infantiles, etc., en los que el artista desarrolló toda su capacidad creativa. Del conjunto destacan los grupos escultóricos Idilio, de más de dos metros de altura, que se expone por primera vez, y constituye un ejemplo del virtuosismo con que el escultor trabajaba el mármol, y ¡No la despiertes!, que aunque de mucho menor tamaño, es también un buen ejemplo de su dominio en la fundición en bronce a la cera perdida.
– Monumentos públicos, arte funerario y escultura procesional: bocetos, modelos y proyectos. Muestra el modo en el que el artista ideaba sus proyectos monumentales, a través de una selección de diseños y modelos entre los que cabe resaltar el boceto de las estatuas ecuestres de Alfonso XIIy del General Martínez Campos, ambas para sus monumentos ubicados en el Retiro.
– La escultura taurina. La tauromaquia constituye un tema muy presente en la producción artística del escultor, que representa al detalle la grandeza de la anatomía del animal en cada una de sus piezas. Se trata de figuras que transmiten el movimiento y la bravura del toro, cuya fuerza trasciende el propio material. En este apartado sobresale el grupo El encierro o Conducción de una corrida, donde Benlliure fijó en el bronce el movimiento de seis toros precedidos por dos cabestros conducidos por el mayoral.
– Artes decorativas: el escultor que dominó los materiales. Muestra un amplio abanico tipológico de piezas de los más variados materiales como plata, cerámica, bronce, mediante los que se destaca la minuciosidad y versatilidad del trabajo del escultor. Entre las delicadas y exquisitas obras, en su mayoría inéditas, que se presentan en esta sección, destaca el Hacha para la botadura del acorazado Alfonso XIII o el conjunto formado por la jarra y las copas de plata y cristal que perteneció a José Canalejas y que conmemora la firma del Tratado Hispano-Marroquí de 1911. Para enlazar la sección dedicada a las artes decorativas con la siguiente dedicada a los retratos se presenta elRelieve de la reina María Cristina de Habsburgo y sus hijos, talla en mármol de extraordinaria delicadeza, cuyo marco en bronce es una minuciosa labor de orfebrería.
– El arte del retrato. Incluye una selección de representaciones de la familia real, de la aristocracia, así como de intelectuales, artistas y familiares del artista. Entre los numerosos bustos de Benlliure destaca el retrato de la bailarina belga Cléo de Mérode y la estatua de Pastora Imperio, ambos en mármol, así como el magnífico Busto del duque de Alba, junto con el retrato de María del Rosario de Silva y Gurtubay.
Paralelamente, en la exposición se muestran una serie de medallas vinculadas a retratos, monumentos, etc., con los que se complementan los contenidos narrados y se ofrece una visión más completa del trabajo del escultor, que cultivó ampliamente el género de la numismática. Especialmente significativa resulta la medalla ejecutada tras la concesión del Premio Nobel de Medicina a Ramón y Cajal.
Con la minuciosidad de un orfebre y la soltura de un pintor
Mariano Benlliure nació el 8 de septiembre de 1862 en Valencia y falleció el 9 de noviembre de 1947 en Madrid, su lugar de residencia y trabajo desde 1896. Escultor precoz, realizó su primera obra importante con tan solo quince años.
Ampliamente galardonado en exposiciones internacionales y condecorado con la Legión de Honor de Francia, Comendador de la Orden de la Corona de Italia o la Gran Cruz de Alfonso X de España, asumió importantes cargos públicos relacionados con el mundo de la cultura y las bellas artes: entre 1901-1903 fue director de la Academia de España en Roma, de 1917 a 1919 director general de Bellas Artes, y de 1917 a 1931, director del Museo de Arte Moderno de Madrid. Perteneció a diversas academias: San Fernando de Madrid, y las de Valencia, Zaragoza, Málaga, San Lucas de Roma, Brera de Milán, Carrara y París.
Benlliure es un claro representante de la sensorialidad mediterránea, pues en sus esculturas perseguía efectos casi pictóricos modelando las superficies con la luz. Escogía temas fugaces, o que exigen la expresión del movimiento, casi solamente perceptibles por una cámara fotográfica.
Fue, sin duda, uno de los artistas más influyentes de su época, su extraordinaria producción, muy amplia y variada, integra todos los géneros y técnicas de la escultura, lo que le supuso numerosos encargos tanto en España como en América y en el resto de Europa.
Alternaba los innumerables encargos con obras más íntimas y personales, escenas taurinas, de niños jugando o llorando que parecen reflejar sus propios sentimientos, y es en estas obras y en los retratos familiares donde muestra más claramente su personalidad.
Así, su producción artística constituye un testimonio excepcional de la sociedad de la época: retratos de la familia real, literatos, científicos, políticos, músicos, pintores, bailaoras, cantantes, aristócratas, artistas o militares.
En cuanto a su técnica, sus esculturas no pretenden definir un espacio, pero sí representar en tres dimensiones un gesto, un sentimiento o un hecho instantáneos. Ponía especial cuidado en las cualidades sensoriales, siempre dentro de un marcado carácter realista. Elegía para cada pieza un material según su dureza o morbidez, su ligereza o pesadez, o su color. Trataba las diferentes texturas y los más insignificantes detalles con gran efectismo técnico y preciosista, trabajando con la minuciosidad de un orfebre y la soltura de un pintor. Modelaba en barro con una soltura privilegiada los bocetos o modelos que luego pasaba a otros materiales más perdurables, generalmente bronce o mármol.