La particular visión del pintor de la tradición, reflejo de lo ancestral y emocional de España, hace sumergirse al espectador en una historia viva y profunda. Buena parte de su genialidad reside en mostrar en un solo instante la esencia de los sentimientos y de las emociones, de lo que está ocurriendo en el interior de los personajes. “Yo busco el esqueleto de las cosas. Me gusta llegar adentro. Penetrar en las mismas fibras. Algo así como la radiografía del ser”, afirmaba Herrero en una entrevista.
Nacido en 1922, y formado en las aulas de la Escuela de San Fernando entre 1946 y 1950, Herrero inició con ritmo frenético su trayectoria artística y vital. No se conformó con ser pintor, participando y siendo premiado en infinidad de ocasiones. También fue poeta, crítico y cineasta. Como explica Felipe Garín, «su estilo expresivo, de colores recios y pinceladas enérgicas, enlaza bien con sus contemporáneos que tratan de superar el realismo tradicional y las excesivas normas académicas con otra figuración nueva, tal vez menos “bella” pero más provocadora estéticamente hablando».
Con motivo de la exposición, organizada por el Ayuntamiento de Marbella, se ha editado un catálogo digital [1] que reproduce la totalidad de las obras expuestas.