Mont y Mora coinciden en un dominio del resultado artístico donde siempre hay una capa mental más que, en un terreno físico, se transforma y evoluciona; donde existe otra posibilidad nueva que gira en torno a la pintura como telón de fondo, en una navegación sin límites. Esta circunvalación coincidente en el trabajo de ambos es lo que convierte en interesante una exposición conjunta donde las ideas y sus resultados están presentes en modo explorativo hasta el final, en un proyecto en el que las obras de ambos dialogan y se apoyan mutuamente, adquiriendo así una dimensión que propicia nuevos resultados que interesan a los dos de manera simultánea.
Para la comisaria de esta muestra, Virginia Torrente, lo que se muestra «es un trabajo de afecto y efecto, realizado a cuatro manos y dos cerebros, performativo en relación con el espacio y donde este último es también protagonista, donde ciertas ideas se han quedado en la cuneta, y las que han perseverado tienen un motivo de ser por fuerza propia. Reciprocidad, generosidad en la mirada hacia el trabajo del otro, curiosidad por modos nuevos de trabajar, conjunción entre dos artistas…, todos estos elementos teóricos son punto de partida para esta exposición».
Hacer y rehacer, pensar sobre lo visible y lo invisible, sobre la materialidad y la diversidad de la pintura, cuestionando la mirada clásica y contando con el espectador para pensar, a la vez que disfrutar, en una clave inmersiva ligada al propio espacio expositivo de La Fragua de Tabacalera.
Periódico de la exposición (4.5M) [1]