La exposición pone de relieve que Miró fue mucho más que un pintor, que experimentó con un extenso abanico de materiales artísticos e ideas poco convencionales y que, a través del proceso de desafiar a la pintura y adherirse al nuevo concepto del objeto, propició un cambio trascendental en nuestra percepción del arte.
Su interés por el objeto, según explica William Jeffett, comisario de la muestra, era anterior a sus viajes a París en los años veinte. En Barcelona ya realizaba bodegones con objetos comunes e insólitos que se encontraban en su taller y que conservó toda su vida.
La muestra analiza cómo el artista representó los objetos en sus cuadros y cómo incorporó gradualmente el objeto físico a la pintura mediante el uso del collage. Este proceso significó, a finales de la década de 1920, un desafío frontal a las artes plásticas, lo que él mismo definiría como el «asesinato de la pintura».
La muestra, que echa un vistazo al lado desconocido y duro del artista, se aleja de otras retrospectivas que prestan atención al Miró cálido y amable, aclara Rosa Maria Malet, directora de la Fundació Joan Miró de Barcelona.
Después de la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, Miró mantuvo firme su compromiso con el objeto al explorar las posibilidades de la cerámica y de la realización de esculturas en hierro y bronce.
Antipintura
La exposición finaliza prestando atención a los últimos años del artista y a lo que se ha denominado la antipintura, cuya máxima expresión se encuentra en las rupturistas obras que el artista creó a finales de los años sesenta y primera mitad de los setenta, muchas de ellas para ser expuestas en 1974 en el Grand Palais de París. Ese concepto de antipintura es recalcado por Jeffett, que habla de cómo Miró atacó la pintura rompiendo la superficie. Este artista combativo luchó contra las convenciones artísticas con la poesía de su arte.
Joan Punyet Miró, nieto del artista, recuerda cómo su abuelo «no temía a la muerte ni el fracaso, sino a la repetición». Algunas de las obras expuestas, como una serie de telas quemadas, muestran un vanguardismo sorprendente para un hombre que contaba entonces con 80 años, que se negaba a vivir una vejez dorada en Mallorca y que, según cuenta su nieto, «tenía un volcán en erupción dentro de su alma».
Miró y el objeto incluye unas 130 obras, incluyendo pinturas, collages, objetos, cerámicas y esculturas procedentes de importantes colecciones tanto públicas como privadas de Europa y de América.
Esta exposición ha sido organizada por Obra Social ”la Caixa” en colaboración con la Fundació Joan Miró.