Este montaje, que le valió a Noism el prestigioso Asahi Performing Arts Award en 2008, el año de su estreno, se puede ver en Madrid en tres únicas funciones los días 28, 29 y 30 de noviembre.
En el escenario, y vestidos completamente de negro, como si no existieran, se encuentran los ‘Kurogo’, personajes del teatro tradicional japonés que guían los dos actos de los que consta la obra. Se muestran como Nameless Hands, una metáfora del tiempo, la imaginación, el deseo o la ambición, que manipula las vidas de las muñecas, de los objetos y del drama en sí mismo.
Imágenes ya arraigadas
La obra cuenta con música conocida por todos, que el director Jo Kanamori ha escogido no con la intención de usarla de un modo diferente, sino para utilizar las imágenes ya arraigadas en la mente del público.
Del mismo modo, el decorado se compone de mobiliario de segunda mano, como una reivindicación del significado de su existencia, en contra de la rápida evolución tecnológica que ha acelerado las necesidades de consumo.
Este trabajo recurre al origen de su director, y a sus días como alumno de Bejart, convirtiéndose en un homenaje a su antiguo maestro.