También se incluyen dos maquetas de la propia instalación y un políptico de técnica mixta sobre lino que refuerzan la pieza principal. Además, como parte de la muestra se ha instalado en la explanada del IVAM una fuente, creada por la artista ex profeso para la ocasión, donde los juegos de luces con el agua y el movimiento de sus piezas potencian su capacidad expresiva y de interacción con el público.
[1]Botella utiliza distintas técnicas para expresar una práctica artística poliédrica. Su poética es fruto de una constante contemplación de la vida a través del arte y de la necesidad de implicarse vitalmente con el entorno a través de su obra. Sus creaciones parten de una reflexión continuada de las manifestaciones artísticas y se plasman en obras que buscan ser compartidas, tanto en el proceso como en su resolución definitiva.
Territorio propio
Para Fernando Castro, comisario de esta muestra, «la obra de esta creadora valenciana se aparta de las tendencias, lo que la situaría en un territorio propio, alejado de sectarismos y corsés teóricos que se desarrollan al hilo de la moda». Esta obra es una continua construcción de significados a través de distintas técnicas: pintura, collage, instalaciones… que componen un lenguaje acorde con sus sueños y deseos.
[2]En la instalación que se presenta en el IVAM se aprecia el placer de la manipulación en las piezas de cerámica, que se muestran atrapadas en un «bastidor» metálico. Cada pieza es distinta y similar a las otras, trabajada bajo una potente idea pero marcada por el azar y la emoción de cada día.
Nanda Botella ha realizado a lo largo de un año esta instalación en una fábrica de Manises. La cerámica cocida aporta todos los elementos que seducen a la artista: la huella de las manos al trabajar el barro, la complejidad de la técnica, sus calidades luminosas, la relación con el entorno y la concreción en un resultado que envuelve al espectador y a la artista como un «atrapasueños» plástico.
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