Hasta el 16 de junio, la Fundación Bancaja le dedica en su sede de Valencia una amplia retrospectiva, que recorre prácticamente toda su trayectoria artística, desde sus inicios en la década de 1950 hasta su fallecimiento en enero de 2023, a través de esculturas, pinturas, dibujos, instalaciones, tablas y collages.
Comisariada por Javier Domínguez y Amparo Carbonell, la muestra revela a un artista que siempre estuvo comprometido con su tiempo e implicado en la modernización de la escultura y permite contemplar algunas de sus creaciones más icónicas, como las que escenifican el cosmoísmo, junto a otras que se muestran por primera vez al público, como el relieve en el que estaba trabajando antes de su muerte, en un recorrido atemporal por la evolución de su producción, marcada por el protagonismo del cosmos y de la figura humana.
El cosmoísmo
En 1963 Bayarri viaja a EE.UU. invitado como artista residente en el Our Lady of Cincinnati College of Ohio. Son años en los que se extiende la sensación de vulnerabilidad en la sociedad estadounidense, marcada por acontecimientos como la crisis cubana, el asesinato de Kennedy o la escalada armamentista. Al mismo tiempo, sucede uno de los hitos de la humanidad: la llegada del hombre a la Luna. Esta hazaña causó un enorme impacto en el artista, que comenzó entonces a interesarse por el desarrollo científico, la carrera espacial y los vuelos orbitales. Visitó Cabo Cañaveral, el observatorio de Cincinnati y frecuentó las instalaciones espaciales de Houston, familiarizándose con los avances tecnológicos: viajes supersónicos, computación, sismología, cohetes, etc.
El contacto directo con los astronautas le empujó a cuestionarse todo, a pensar y a buscar la vida más allá del globo terrestre y a ahondar en los aspectos simbólicos y contextuales del arte, frente a los meramente instrumentales o explicativos. A este despertar científico se sumó el auge de la ciencia ficción, que se extendió por diferentes disciplinas creativas como el cine o la literatura.
La ciencia ficción, que aborda temas como los algoritmos genéticos, la abducción, la inteligencia artificial computacional, la evolución biológica, la astrobiología y la vida extraterrestre, alimentaron el imaginario del artista, como se aprecia en algunas de sus creaciones pictóricas: La casa del padre cósmico, House alienígena o Salida al espacio, entre otros.
Bayarri piensa que los creadores deben implicarse en la divulgación científica como hacen los escritores y bioquímicos, ayudando así a que el individuo pueda interrogarse y comprender a través del arte que en algún lugar escondido del cosmos habitan criaturas inteligentes. Esta responsabilidad ética le llevó a publicar en 1967 su Manifiesto Cosmoísta, con el que plantea un arte del cosmos como camino para entender «qué somos, de dónde venimos y adónde vamos». Tal y como él mismo dirá años después: «El cosmoísmo es la búsqueda de la verdad escondida o no investigada».
En esencia, el Manifiesto revela el deseo reivindicativo de comunicar con energía el pensamiento catalizador de una nueva visión artística, tal y como hicieran con anterioridad Filippo Marinetti anunciando el futurismo (1909), Piet Mondrian -De Stjil-, el neoplasticismo (1917) y André Bretón, el surrealismo (1924).
Nassio transforma entonces su estudio en un laboratorio experimental y toda su obra se sustenta en una fabulación de mundos mágicos en alusión al origen y al futuro del hombre, una profunda convicción en la vigencia de la modernidad y una perseverante búsqueda de respuestas a las cambiantes necesidades del ser humano.
El espíritu de un escultor
La exposición de la Fundación Bancaja refleja el espíritu de este artista que contribuyó con su trabajo a la modernización del discurso de las vanguardias y a la revitalización de la función del arte como elemento transformador, lo que le condujo a integrarse en destacados colectivos en el contexto español de la posguerra, como el Grupo Parpalló. También se exponen bocetos, objetos, cartas y poemas inéditos. Además se proyecta Una conversación tranquila con Nassio Bayarri [1], audiovisual producido por UPV Televisión en el que el escultor habla sobre su vida, su obra y su universo creativo.
Como él mismo afirmó en su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, el 21 de febrero de 1989: «Al representar lo cósmico en mi obra me propongo incorporar a la escultura -al arte- la mitología de un cosmos habitado e interrogante, capaz de generar nuestra creación, y ser el principio y la continuidad esotérica de un espacio infinito. Ahora esto aún nos parece una utopía, de difícil entendimiento, por consumar, pero sí es posible sentirla y materializarla mediante la plástica. Mi entrega a este mágico tema me ha llevado a cultivar, con la mayor honestidad posible, un estilo artístico que sintonice con mis creencias acerca de que existe vida en otros mundos y galaxias. Además, creo que hoy, como nunca, es fundamental empeñarse en la aventura de glosar una temática ideomitológica y andrógina que en su complejo simbólico represente aquello que, más o menos misteriosamente, siempre ha acompañado al hombre: una vida extraterrestre; y hacerla tangible mediante un camino formal que determino como «símbolo estético», que no es sino un arte nuevo en comparación a cuanto le ha precedido».
Influencias
La mitología clásica grecorromana es fuente de inspiración de grandes maestros de la historia del arte como Picasso o Goya, y ambos artistas influyeron notablemente en Bayarri. Picasso constituyó para el artista valenciano una de sus escasas fuentes de información sobre las vanguardias y uno de los guías iniciales en su primera etapa. La obra de Goya forma parte esencial de la iconografía y tendencia a la abstracción de sus personajes humanoides. La aventura cosmoísta no puede entenderse al margen de la influencia de ese espíritu de rebeldía de sus principales referentes: la curiosidad por la mitología, la religión, la superstición y la búsqueda del más allá sin los dogmas judeocristianos.
En ese planteamiento reflexivo, Platón es otra de las figuras clave para entender su obra, pues se sirve de su filosofía para establecer la relación entre el mundo de las ideas y el mundo sensible. Su exploración cosmoísta tiene cierto paralelismo con la búsqueda platónica del origen del mundo sensible, asimilando interpretaciones del atomismo y del pitagorismo, de las que hereda la pasión por los números y los objetos geométricos. Además, los escritos de Platón entroncan con la propia dualidad de pensamiento del escultor y su preocupación sobre la convivencia del hombre del espacio y del futuro.