Tesla concibió la corriente alterna y la radio, también fue pionero en tecnologías visionarias para su época como la robótica, los aviones de despegue vertical, las armas teledirigidas, las lámparas de bajo consumo, las energías alternativas o la transmisión inalámbrica de electricidad… Y sin embargo, tras caer en desgracia en los albores del siglo XX, murió y permaneció en el olvido hasta los albores de nuestro siglo XXI
Resulta incomprensible, dada la enorme trascendencia de su trabajo, comparable a la de sus rivales Thomas A. Edison y Guglielmo Marconi, ambos, por cierto, aficionados a husmear en sus patentes. Tesla, epítome del genio romántico, obsesionado con su trabajo y poco dado a los asuntos mundanos, tuvo mala suerte en los negocios y perdió el mérito histórico por sus contribuciones a favor de otros inventores más hábiles comercialmente hablando.
Futuro inalámbrico
A la postre, el nuevo capitalismo surgido de la Segunda Revolución Industrial desconfió de aquél que no se había hecho rico con sus inventos y lo relegó a la soledad de una habitación del Hotel New Yorker. Allí murió Tesla, que había pasado de ser un atractivo y brillante científico europeo a un viejo que daba de comer a las palomas y mascullaba locas ideas sobre un futuro inalámbrico.
La exposición Nikola Tesla: suyo es el futuro, comisariada por Miguel A. Delgado y María Santoyo, no recupera la figura de Tesla, sino que se hace eco de la apabullante recuperación que han abanderado en la última década artistas, científicos, internautas, blogueros, museos, empresas y entidades de todos los rincones del mundo.
Desde un creador de videojuegos norteamericano hasta una videoartista croata, desde un director de cine de animación serbio a un coreógrafo holandés, ingenieros y raperos, empresarios de la automoción de lujo y cantantes folk, grafiteros y magos, actores, performers, escritores, ecologistas… Todos ellos tienen algo en común: admiran profundamente a Tesla y han querido rendirle tributo o preservar su memoria de una forma u otra.
Parece que Tesla, tal vez por sus rasgos entre románticos y mesiánicos, se ha convertido un icono de la cultura actual. Esta exposición analiza los porqués y expone los cómos, pero también presenta a Tesla en su dimensión fundamental: la científica, además de tomar su propia voz para describir su asombrosa trayectoria.
Por el espacio y el tiempo
La exposición, que cuenta con la colaboración del Museo Tesla de Belgrado, es la más grande celebrada nunca sobre la figura del inventor serbio, y ofrece al público por primera vez objetos personales del científico que no habían salido nunca de su tierra natal.
Se propone un recorrido por el espacio y el tiempo habitados por Tesla: del Imperio Austrohúngaro al Nueva York de los primeros rascacielos, de las habitaciones de hotel a los laboratorios, de la fama a la ruina, de la genialidad a la locura, de la soledad al trending topic.
Son muchos los rostros de Tesla que la exposición quiere abarcar: el inventor brillante, el hombre de su tiempo, el extravagante seductor, el visionario, el superhéroe… Pero más allá de la importancia tangible de su legado, Tesla es una figura profundamente inspiradora en multitud de ámbitos. Aquí puede verse cómo, por motivos a veces extraños, logra ejercer una poderosa atracción transcultural y multidisciplinar.
Nikola Tesla: suyo es el futuro es la historia de un hombre que tocó el cielo. Su visión pretendía cambiar el mundo, y el mundo cambió a imagen y semejanza de su visión.