La muestra reúne trabajos de escuelas como la italiana, alemana, flamenca o española, desde el siglo XV al XX, que incluye grandes nombres de la historia del arte como Durero, Leonardo da Vinci, Rubens, Velázquez, Tiepolo, Cézanne o Manet, además de interesantes ejemplos de artistas húngaros, que permiten ofrecer a los visitantes una muestra representativa de las colecciones de estas instituciones.
Los trabajos de reforma del centro húngaro han posibilitado que el Thyssen pueda acoger obras que normalmente no se prestan para otras exposiciones. Entre las joyas que el visitante puede disfrutar en el museo madrileño están Estudios de patas de caballo, dibujo de Da Vinci; Salomé con la cabeza de San Juan Bautista, de Lucas Cranach el Viejo; La Crucifixión, de Albrecht Altdorfer; La Virgen con el Niño y san Juanito (Madonna Esterházy), de Rafael; La Magdalena penitente, de El Greco; Adán y Eva, de Jacob Jordaens; las cuatro estaciones de Jacob Grimmer; San Juan Evangelista, de Anton van Dyck; El almuerzo, de Velázquez; El Arno en Florencia, de Bernardo Bellotto; La esclusa de Dolo, de Canaletto; varias esculturas de la serie Cabezas de expresión, de Franz Xaver Messerschmidt; La Aguadora, de Goya; Dama con un abanico, de Manet; La Verónica, de Kokoschka; El aparador, de Cézanne; Ciruelos en flor en Vétheuil, de Monet; y Los cerdos negros, de Gauguin, entre otras muchas piezas excepcionales.
La exposición, comisariada por Guillermo Solana, director artístico del Thyssen, y Mar Borobia, jefa del Área de Pintura Antigua, está organizada en colaboración con el Museo de Bellas Artes de Budapest y la Galería Nacional de Hungría, donde se exhibe temporalmente parte de su colección. Esta es la primera cita del programa expositivo con el que en 2017 se celebra el 25 aniversario de la apertura al público del Museo Thyssen-Bornemisza, un programa que irá acompañado de todo tipo de actividades.
El recorrido por las Obras maestras de Budapest está articulado en torno a siete secciones: El Renacimiento en el norte, que muestra la pintura alemana y flamenca del siglo XVI, con la presencia de artistas como Alberto Durero, Lucas Cranach el Viejo y Hans Baldung Grien; El Renacimiento en el sur, con obras de Leonardo da Vinci, Lotto, Rafael o Bronzino; El Barroco en Flandes y Holanda, con pinturas de Peter Paul Rubens y Anton van Dyck, entre otros; El Barroco en Italia y España, que reúne lienzos de Annibale Carracci, Alonso Cano o Velázquez; El siglo XVIII, con una excelente representación de la escuela veneciana de la mano de Sebastiano Ricci y Giambattista Tiepolo así como magníficas piezas de maestros centroeuropeos poco conocidos en España y un excepcional conjunto de esculturas de Franz Xaver Messerschmidt; La nueva imagen de la mujer, una sala monográfica en torno a este tema con pinturas de artistas como Manet o Kokoschka; y por último, Del Impresionismo a las Vanguardias, que presenta la colección de arte internacional desde el siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial.
El centro húngaro cuenta con la mayor colección pictórica de maestros españoles fuera de nuestras fronteras. Si bien su origen se remonta al siglo XIX, los conservadores y la dirección han continuado a lo largo de los años con esa línea en torno al arte español. En la selección expuesta en el Thyssen encontramos a Velázquez, Alonso Cano, Murillo, Goya y Zurbarán, entre otros.
La selección de las obras que componen la muestra, reconoce Mar Borobia, no ha sido una labor sencilla. «Ha sido difícil no solamente escoger esas obras, sino organizar la exposición, es decir, que tenga una coherencia. Que no sea simplemente un espacio dedicado a una obra maestra tras otra. Lo que queríamos es que también hubiera un hilo de conexión entre las escuelas, entre los artistas».
Además de nombres populares para el gran público, Obras maestras de Budapest dedica un espacio a artistas húngaros, una decisión que, según explica Borobia, no estaba prevista desde el inicio del proyecto de la exposición. Finalmente se decantaron porque «había una línea bastante coherente desde el siglo XVIII hasta el XX, y decidimos incluirlos, no solamente por la calidad que tienen, sino porque también pueden ser toda una novedad para los visitantes que se acerquen a ver la exposición». Así, el público puede admirar trabajos de grandes artistas húngaros como Jakab Bogdány, Ján Kupecký, Ádám Mányoki, János Vaszary, Károly Ferenczy, Adolf Fényes, Vilmos Perlrott-Csaba, Sándor Ziffer o Sándor Bortnyik.
Más de 100.000 piezas
Los fondos del Museo de Bellas Artes de Budapest son el resultado de la suma de varias colecciones antiguas, principalmente la de los duques Esterházy, adquirida por el Estado húngaro en 1870, a la que se unieron poco después otras como las del abogado Miklós Jankovich o la del arzobispo János László Pyrker, así como obras procedentes de adquisiciones o donaciones particulares, llegando a contar en la actualidad con más de 100.000 piezas. Además de la colección de pinturas de maestros antiguos, que es la más significativa, alberga importantísimos ejemplos de obras sobre papel, esculturas, antigüedades griegas, romanas y egipcias y piezas modernas.
El Museo se constituyó en 1896, coincidiendo con la celebración del milenario de la fundación de Hungría, aunque no abrió sus puertas hasta 10 años más tarde, en 1906. Hacia 1913 ya incluía entre sus fondos arte moderno húngaro como una categoría propia, conjunto que se fue incrementando hasta que, en 1957, se decidió separarlo del resto del arte europeo, creándose oficialmente la Galería Nacional de Hungría. A partir de ese momento se concentró en las obras europeas, desde la Antigüedad hasta nuestros días, mientras que el arte nacional quedó a cargo de esta nueva galería. En 1975 el Museo le transfirió también sus fondos de maestros antiguos húngaros, de la Edad Media al Barroco, así como piezas de artistas nacionales de los siglos XVII y XVIII, y se creó una sección contemporánea, con arte húngaro posterior a 1945.
Recientemente se ha planteado una nueva estructura institucional que no separe las colecciones según la nacionalidad de los artistas. Uno de los objetivos de la reunificación es que las obras de maestros antiguos, tanto internacionales como húngaros, y los retablos medievales se agrupen en el Museo de Bellas Artes, razón por la cual su edificio está siendo reformado en la actualidad. Las colecciones húngaras e internacionales de los siglos XIX y XX se ubicarán en una nueva sede de la Galería Nacional de Hungría, cuya construcción está a punto de iniciarse.