El movimiento como concepto pasó a ocupar un lugar central en la investigación artística y se abordó en las obras de arte desde varios puntos de vista. El Arte Cinético incluía el movimiento en sus piezas de una manera literal, física, y creaba por tanto piezas móviles, fundamentalmente escultóricas, que interactuaban con el espacio y con los visitantes.
En otros supuestos los artistas inducían a los visitantes a desplazarse por el espacio jugando con la perspectiva e incluyendo el movimiento de los espectadores como parte intrínseca de la obra. Finalmente, y de manera especial en soportes bidimensionales, recrearon un movimiento virtual que no existía realmente pero que generaba una fuerte ilusión óptica de movimiento y vibración gracias al uso consciente de las reacciones cromáticas en la yuxtaposición de colores y formas.
Todo es movimiento, Op Art y Arte Cinético en la Colección Würth se acerca a estas dos corrientes artísticas que están íntimamente relacionadas desde su concepción y que experimentaron un desarrollo simultáneo desde principios del siglo XX. A ellas se suma el desarrollo del arte lumínico que introdujo el uso de la luz eléctrica en el ámbito artístico.
El discurso expositivo explora las diferentes investigaciones formales y metodológicas (forma, color, espacio, perspectiva, luz) en torno al movimiento que fueron desarrollados por los artistas con una decidida vocación universal, por ello, en su Manifiesto Amarillo de 1955, Vasarely afirmaba que «el arte del mañana será un patrimonio común o no será».
París, 1955
La galerista Denise René organiza, ayudada por el artista húngaro Víctor Vasarely, una exposición que influirá decisivamente en el desarrollo del arte abstracto de mediados del siglo XX. La exposición se tituló Le Mouvement (El movimiento) y ayudó a definir el Arte Cinético como una nueva corriente artística. En ella participaron jóvenes creadores como Yaacov Agam, Robert Jacobsen, Jesús Rafael Soto o Jean Tinguely junto a reputados artistas del siglo XX como Marcel Duchamp, Alexander Calder o el propio Vasarely. Unos años más tarde, en 1965, el MoMA inauguró su exposición The Responsive Eye [1] (El ojo sensible) y con ella consagró el Op Art (Arte óptico) como una de las ramas de la abstracción geométrica fundamentales de la segunda mitad del siglo XX: muchos de los artistas de la exposición de Denise René expusieron también en el MoMA [2] o en las muchas galerías de Nueva York que se volcaron con la exposición y convirtieron el Op Art en la tendencia de moda del momento, ocupando un efímero papel como la contraparte abstracta del Pop Art.