A finales de los años sesenta surgió en Estados Unidos un grupo de artistas que, utilizando la fotografía como base, pintaban con gran realismo objetos y escenas de la vida cotidiana. Formaron el movimiento hiperrealista, cuya consagración tuvo lugar en la Documenta de Kassel en 1972 y que continúa vigente en nuestros días.
Organizada por el Institut für Kulturaustausch (Instituto para el Intercambio Cultural de Alemania) y comisariada por su director, Otto Letze, esta retrospectiva reúne obras desde la primera generación de grandes maestros estadounidenses, como Richard Estes, John Baeder, Tom Blackwell, Don Eddy, Ralph Goings o Chuck Close, hasta su continuidad en Europa y el impacto en diversos pintores actuales.
Más de cuarenta años después de su aparición, continúa la fascinación que ejerce el hiperrealismo en el público, siguen en activo muchos de los pioneros del grupo y nuevos artistas utilizan técnicas como la proyección de diapositivas o el sistema de trama en sus creaciones.
En un principio llamado photorealism, el movimiento establecía que eran “fotorrealistas” aquellos artistas que empleaban la cámara fotográfica como instrumento para la pintura y trasladaban al lienzo la imagen con una ejecución minuciosa que producía una ilusión fotográfica, privada de cualquier emoción y, a menudo, sin la presencia de seres humanos.
Sociedad de consumo
El movimiento heredaba del pop la pasión por los iconos de la sociedad de consumo, las superficies metálicas de los cristales y espejos de los escaparates, que permiten recrearse en las imágenes deformadas de sus reflejos, los automóviles y las motos relucientes, los letreros luminosos, el colorido de los restaurantes de comida rápida, la arquitectura art decó o la iconografía kitsch. Fragmentos de la vida cotidiana, escenas banales y artículos de consumo convertidos en motivo artístico.
Temas intrascendentes del mundo que nos rodea, captados primero a través de la fotografía y trasladados después al lienzo mediante un laborioso proceso, completamente opuesto a la inmediatez de la instantánea fotográfica. Son obras generalmente de gran formato, pintadas con tal minuciosidad y exactitud que usan la fotografía como instrumento y producen un arte de aparente calidad fotográfica.
La Kunsthalle de Tubinga (Alemania) fue la primera sede de esta muestra en un recorrido por varias instituciones europeas, entre ellas el Museo Thyssen‐Bornemisza de Madrid y el Birmingham Museum & Art Gallery (Reino Unido), donde se presentó el pasado año.
Treinta y cuatro pintores
En esta retrospectiva se exhiben pinturas de 34 artistas a partir de la primera generación de maestros norteamericanos hasta diversos pintores actuales.
Se distribuye por orden cronológico y comienza con los fundadores del fotorrealismo norteamericano de los años sesenta y setenta: John Baeder, Robert Bechtle, Charles Bell, Tom Blackwell, Chuck Close, Robert Cottingham, Don Eddy, Richard Estes, Audrey Flack, Franz Gertsch, Ralph Goings, John Kacere, Ron Kleemann, Richard McLean, Jack Mendenhall, David Parrish, John Salt y Ben Schonzeit. Esta sección incluye obras míticas del movimiento, como las célebres cabinas de teléfono de Estes o la iconografía de los restaurantes de comida rápida de Goings.
Las dos siguientes generaciones, desde los años ochenta hasta nuestros días, representan la internacionalización del movimiento y su redefinición a partir de las nuevas posibilidades técnicas propias de la era digital: Anthony Brunelli, Davis Cone, Randy Dudley, Robert Gniewek, Gus Heinze, Don Jacot, Bertrand Meniel, Rod Penner, Bernardo Torrens, Roberto Bernardi, Clive Head, Ben Johnson, Peter Maier, Robert Neffson, Yigal Ozeri y Raphaella Spence.