Sólo una de las fotografías expuestas en la muestra ha sido pintada; contemplar sus obras sin pintar constituye una gran novedad que sorprende incluso a los buenos conocedores de la ingente obra de la artista. Por lo demás, lo que tienen en común las obras que componen la muestra es su carácter inédito; todo lo demás es variedad, tanto en las técnicas –cámara analógica, digital, de teléfono móvil o tratamiento con Photoshop– como en los temas o las fechas.
La Ouka menos conocida
En Ouka Leele. Inédita, comisariada por el cineasta Rafael Gordon, se nos da la oportunidad de ver a una Ouka menos conocida. Un repaso sentimental y artístico a una de las fotógrafas más importantes y transgresoras de nuestro país. Un recorrido que refleja el dominio técnico y la constante creatividad desde sus primeras fotografías en blanco y negro hasta las imágenes digitales.
Para su comisario, «aunque recoja tan solo parte de su prodigiosa obra inédita, esta exposición nos muestra las asociaciones fortuitas, y fulgurantes, que hacen a sus imágenes expresiones de un talento y genio únicos, capaz de crear una obra original y universal, realizada con pulso firme desde hace tres décadas, y merecedora del Premio Nacional de Fotografía. Nos encontramos, por tanto, con una obra plena de eclecticismo creativo. Contemplamos el universo de las formas de Ouka Leele. Siempre integradas en el misterio de la creación. Realidad y sueño, lo onírico, respirando en todo cuanto de humano encierra el espíritu».
Recuperar la emoción
Al tratarse de una exposición antológica, permite y sugiere diferentes lecturas, diferentes accesos a una misma realidad: el imaginario poéticovisual de Ouka Leele. La presencia de obras realizadas en distintos momentos de su carrera hace posible que se aprecie la progresiva consolidación de su lenguaje, y la percepción del conjunto de las obras pretende transmitir la idea de “una comedia humana en 64 fotografías”, en palabras del comisario de la exposición, quien también explica que estamos ante un “viaje interior, hondo y pleno de dolorido sentir”.
Retratos, autorretratos y escenas que son verdaderos poemas visuales integran una exposición ecléctica y cargada de referencias a mundos externos (civilizaciones antiguas, mitologías diversas, literatura) e internos (familia, amigos, sueños, etc.).
Rafael Gordon, además de comisario, es el responsable del largometraje La mirada de Ouka Leele, un filme que resume cinco años de seguimiento de la artista, la única que habla en sus 115 minutos de metraje.
Esta exposición ha sido producida por la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes [1] de la Secretaría de Estado de Cultura.
La muestra según su comisario
RAFAEL GORDON / Comisario de la exposición
Ouka Leele Inédita muestra obra en blanco y negro con el cromatismo en claro oscuro de los maestros, como en Humildad y El alma de Lisboa. Apreciamos fotos realizadas con las técnicas más avanzadas o inmediatas, desde la fotografía digital al simple teléfono móvil. Contemplamos también fotos en color, como sólo la artista sabe recrearlas en su imaginario: El Principito, Espiral de solidaridad y La Menina liberada.
Lejano el esplendor del movimiento La Movida, del que Ouka Leele fue fundadora independiente, emerge en Ouka Leele Inédita el viaje interior, hondo y pleno de dolorido sentir. Una artista capaz de realizar la comedia humana en 64 fotografías, que parecen estar reveladas en el sueño de la realidad. Niños en la crisálida de la vida como en The show must go on. Joven levitando en la búsqueda de un éxtasis añorado en Isabel levitando, como siempre. Seres en ceremonial, de espaldas a la realidad caminando sin horizonte en ¿A dónde irán?.
Pagés alzándose con la majeza telúrica de su arte en María, la de los brazos de agua. Contemplamos su Cristo yaciente como un icono moderno, colmado de todo el desamparo que puede emanar de un abatido cuerpo humano en la sociedad de nuestro tiempo en Mirándonos en el espejo del taller divino.
Vemos en Ouka Leele Inédita autorretratada a la propia artista en A working class heroine, como si no quisiera eludir su presencia entre nosotros, los espectadores, y los seres inmortalizados en su obra, así evita aislar un mundo recreado por y para la autenticidad.
En su cincuenta aniversario, Ouka Leele se muestra en la plenitud de su arte. Ajena a la provocación y a la estética vacua, emerge su obra plena de lucidez y belleza. En la obra Generoso encuentro con la belleza original logra integrar el retrato clásico con la expresividad dramática de una sociedad que lucha por trascender la fisicalidad. Los jóvenes con Síndrome de Down reflejados en La escalera del sueño de Jacob por donde suben y bajan los ángeles parecen sublimados, en una pintura de un maestro del siglo XIX, que ennoblece la belleza psíquica de sus protagonistas.
Si contemplamos sus retratos, apreciamos al instante la búsqueda de la redefinición de lo que somos. Por ejemplo, en Por la espalda, dos seres sin atributos avanzando hacia una noche urbana cogidos del brazo y anónimos, le bastan a la artista para valorar a un hombre y una mujer, como síntesis y microcosmos de una subjetividad inaprensible, que nos conforma en una soledad mutua. El sentido escenográfico y pictórico, unido a su prodigioso dominio de la fotografía, potencia una visión del misterio de la finalidad humana, que convierten la obra de Ouka Leele en un referente único del mundo del arte.