El Museu Fundación Juan March [1] de Palma presenta desde hoy miércoles, 7 de noviembre, la exposición Pablo Picasso y la ‘Obra maestra desconocida’ de Honoré de Balzac, que incluye 13 aguafuertes que el pintor malagueño realizó en los años treinta a partir del célebre relato del escritor francés.
Considerado como uno de los grandes maestros del arte del grabado, Picasso utilizó esa técnica a lo largo de toda su vida. En la década de los años treinta realizó varias series de aguafuertes, consideradas desde entonces entre los ejemplos más relevantes de la historia del grabado. Entre ellas se encuentra la que realizó en 1931 para ilustrar una nueva edición del relato de Honoré de Balzac (1799-1850) Le Chef d’oeuvre inconnu (La obra maestra desconocida, originalmente publicado en 1831), por encargo de su marchante Ambroise Vollard (1866-1939).
Una obra maestra en la que Balzac expone toda una teoría del arte, con una calidad narrativa que la convierte en un texto único y ejemplar. Los 13 aguafuertes originales realizados por Picasso en 1931 a propósito del texto de Balzac fueron finalmente editados por Ambroise Vollard en una carpeta. El relato de Balzac se sitúa en el siglo XVII y tiene como escenario el estudio parisino de un anciano artista llamado Frenhofer, que pasa los últimos años de su vida retocando obsesivamente la pintura que nadie ha visto y que él considera su obra maestra.
Reflexión sobre la creación
Su tema, pues, es la obsesión del pintor que trabaja secretamente en un cuadro que lleva años intentando terminar. Cuando finalmente el maestro Frenhofer y su discípulo, el joven Pussin, logran ver la obra, solo encuentran un lienzo ininteligible, una intrincada masa de brochazos, en el que la figura inicial ha quedado sepultada bajo capas de pintura, de la que apenas sí sobresale un pie. Es la creación de una persona demente obsesionada por conseguir una perfección que se resiste a la imperfección característica aun del arte más sublime. Considerada como una reflexión sobre la naturaleza de la creación artística, no es extraño que el marchante Vollard encargara a Picasso en 1931 –cuando se cumplía un siglo de su publicación–una serie de grabados inspirados en esta narración.
El cuento fascinó a Picasso, quien se identificó con Frenhofer –el genio frustrado que crea obras maestras tan adelantadas a su tiempo que nadie las entiende–, en cuyo obsesivo afán de perfección reconocía sus propias inquietudes, y aprovechó el encargo de Vollard para homenajear el acto de creación artística. Las obras, por eso, no son estrictamente ilustraciones exactas del cuento de Balzac, sino el resultado de las divagaciones de Picasso sobre el tema del artista creador, el contraste entre la obra soñada y la obra real, y sobre la relación íntima entre el artista y su modelo. Es a este último asunto al que dedica la mayor parte de las obras de la serie Le Chef d’oeuvre inconnuque aquí se expone.