Realizada en colaboración con el Musée d’Ixelles [1], esta exposición reúne obras del pintor procedentes de colecciones públicas y privadas de Bélgica y, especialmente, de la colección de Nicole y Pierre Ghêne, en la que se asienta este proyecto, para el que han cedido 38 piezas. Fascinado por la obra de Delvaux desde 1962, Pierre Ghêne inició su colección a principios de la década de 1970 y desde entonces no ha dejado de crecer, sumando ya varios centenares de obras, la mayor parte de las cuales se encuentran en el Musée d’Ixelles.
Inconfundible carácter onírico
Tras una primera etapa marcada por el expresionismo flamenco, Delvaux descubrió el surrealismo y experimentó la influencia de Magritte y Giorgio de Chirico. El mundo de Delvaux tiene un inconfundible carácter onírico. Sus figuras femeninas vagan como sonámbulas por escenarios nocturnos, ofreciendo a la mirada del espectador su desnudez a la vez fría y sensual.
En la exposición se abordan los cinco grandes temas de su iconografía desde el punto de vista del amor y la muerte: Venus yacente, un motivo recurrente en su obra que remite a su amor incondicional por la mujer; El doble (parejas y espejos), el tema de la seducción y la relación con el otro, el alter ego; Arquitecturas, omnipresentes en su producción, en especial de la Antigüedad clásica pero también de la localidad de Watermael-Boitsfort (Bruselas, Bélgica), donde reside; Estaciones, esenciales en la construcción de su personalidad pictórica, y, finalmente, El armazón de la vida, que pone de manifiesto su fascinación por los esqueletos, que sustituyen a los humanos en sus actividades cotidianas.