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Paz Errázuriz, fotógrafa de los márgenes

La exposición, que recorre cuatro décadas de trabajo de la chilena a través de 172 fotografías y dos vídeos, se ha organizado en 10 grupos temáticos en los que se agrupan las diferentes series de la artista.

Agentes y espacios del devenir social se centra en sus primeros años como fotógrafa, en un contexto político complicado por la dictadura de Pinochet. En aquellos tiempos en los que salir a la calle con una cámara podía suponer un riesgo, Errázuriz posó su mirada en los «dormidos», aquellos individuos que pasan sus días a la intemperie. En 1981 fundó junto a compañeros de profesión la Asociación de Fotógrafos Independientes (AFI).

La fotógrafa se centra en el tiempo y su tratamiento en la imagen en la sección Las edades de la vida (y la muerte), en la que, entre otras series, se ve la dedicada a su hijo Tomás, al que retrató una vez al mes entre julio de 1986 y diciembre de 1990, presentada en forma de vídeo bajo el título Un cierto tiempo.

Reclusión y Lucha y resistencia abordan la privación de libertad de los años de dictadura. La chilena aborda, por un lado, a personas confinadas (en psiquiátricos, por ejemplo), los lazos humanos basados en el cariño y la ternura, y, por otro lado, la lucha a favor de los derechos humanos, especialmente la del colectivo «Mujeres por la vida».

Cotidianidad

La prostitución, femenina y masculina, es el eje de El sexo, instrumento de supervivencia, apartado en el que Errázuriz retrata a trabajadores sexuales, centrándose especialmente en un grupo de hombres que se travestían y prostituían en burdeles de Santiago y Talca, seguimiento que cristalizó en su famosa serie La manzana de Adán.

Impedimentos de la mirada aborda dos series centradas en la ceguera y la acromatopsia, enfermedad congénita por la que la realidad es percibida en blanco y negro, el mismo blanco y negro que inunda la mayoría de los trabajos de la chilena. La desaparición de una etnia nos adentra en la cotidianidad de una comunidad envejecida que vive entre canales de la pesca de la cholga (molusco) y de la confección de cestos hechos con junquillos.

Fortaleza y debilidad y El circo confronta dos mundos. Por un lado, ese universo supuestamente viril del boxeo, que Errázuriz consigue retratar en su faceta más vulnerable; por el otro, la iconografía circense, alejada de cualquier espectacularidad, mostrando más bien la cotidianidad de unas personas cuyas profesiones exóticas no las hacen tan diferentes a nosotros.

También hay espacio para una rareza, Exéresis, su única serie realizada fuera de Chile. En ella, localizada en distintos museos europeos y norteamericanos como el Louvre, el Metropolitan o la National Gallery of Art, Errázuriz fotografía estatuas que decapita con su encuadre, concentrando la atención en la zona genital, donde encontramos una cavidad o los restos de un pene extirpado, lo que le sirve para reflexionar sobre la masculinidad desfigurada.