La Galería Marlborough [1] Madrid presentará a partir del próximo 21 de marzo una nueva exposición del pintor Pelayo Ortega [2] (Mieres, Asturias, 1956). P.P.O.O.O. Pinturas y Esculturas, como se titula la muestra, contará con 28 óleos sobre lienzo o madera, recientes y de diverso formato, además de cuatro esculturas. En estas obras se aprecia un estilo más depurado, una simplificación de líneas que abordan los temas de forma más concreta, directa y concisa; siempre con su personal carga de ritmo y color gracias a una rica pintura matérica.
Ángel Antonio Rodríguez explica en el texto introductorio del catálogo de la muestra: «La cruz es cruce de lenguajes, paisaje de una obra fundamentalmente urbana que en estas pinturas y esculturas ofrece también respuestas a los sempiternos iconos que habitan los pelayos ortega de Pelayo Ortega. Más allá de cada realidad, de cada objeto, todos ellos son símbolos emocionales. El invierno es la lluvia, y ésta es la música que hace repicar el paraguas; el sombrero es la cabeza, la intelectualidad del hombre, el pensamiento; la silla es su reposo en el taller, el silencio, la reflexión; la escalera es vía de ascensión hacia otros universos, herramienta que asegura la trepada hacia montañas místicas y escalas de colores; la pipa es la aventura del marinero; el reloj y el humo, siempre aleatorios, los señores del tiempo».
Y continúa: «En estas pinturas y, desde su reciente génesis, también en sus hermosas esculturas, permanecen la experiencia del riesgo, los diálogos figuración-abstracción y las vivencias diarias. Porque si la pintura tiene existencia propia, más allá de lo orgánico o lo inorgánico, debe ser capaz de generar un fenómeno personal que capture el instante, la raíz de la tendencia innata del pintor para plasmar imágenes con suficiente carga sensitiva y expresar la primacía relacional de la vida humana, invadiendo nuestro espacio receptor. El arte como geografía, como transformación territorial y expresiva. El arte que, parafraseando a John Cage, jamás debe ser predecible».
Una provincia metafísica
Pelayo Ortega, que residió en Madrid entre 1975 y 1990, vive en la actualidad en Gijón, que fue también lugar de su infancia y adolescencia, y la de su primera individual, celebrada en 1977.
Su primera comparecencia madrileña en solitario, Crepuscular, celebrada en 1987, y en la que de lo que se trataba era de evocar una cierta memoria de Mieres y, en términos más generales, de Asturias, marca un importante cambio de rumbo en su trayectoria, que hasta aquel entonces había estado puesta bajo el signo del expresionismo, y que a partir de aquel momento se centra en el tema de la provincia, una provincia metafísica, recorrida por su característico paseante solitario con paraguas, y contemplada primero en clave sombría y melancólica, y luego en términos de mayor luminosidad.