La muestra, comisariada por Alfonso de la Torre, resume su producción mediante unas 80 obras, seleccionándose tres momentos claves de su trayectoria: la serie La cinta, los dibujos sígnicos de Cuenca y Berna y los cuadros finales (nueve pinturas).
Pepe España (José Luis Jimenez España, Málaga, 1930-Biel, Suiza, 2007) inició su trayectoria artística en nuestro país vinculado a los primeros intentos de renovación de lenguajes de los años cincuenta. A comienzos de los sesenta llega a Cuenca, ciudad en la que se instalará definitivamente entre 1967 y 1973. Lugar capital en su trayectoria, epicentro de los nuevos lenguajes artísticos, este artista se convierte así en uno de los primeros descubridores de lo que, en esa década, se llamó la ‘Cuenca abstracta’, la ciudad que poblarán los artistas de llamado «grupo de Cuenca», que impulsarán el Museo de Arte Abstracto Español inaugurado en 1966.
Ebullición abstracta
Vecino y amigo de artistas como Antonio Saura, Antonio Pérez, Gerardo Rueda o Bonifacio Alfonso, próxima su casa a la de José Guerrero, subrayado su dibujo por Fernando Zóbel, su obra, en esos años sesenta, es mostrada regularmente en las numerosas galerías que surgen en Cuenca, al amparo del citado Museo, convirtiéndose también en artista de una de las grandes galerías del Madrid de ese tiempo: Seiquer, y exponiendo en el Pabellón Español de la Feria de Nueva York de 1968.
[1]En los inicios de la década de los 70 crea en la ‘ciudad abstracta’ su conocida serie La cinta [2] (1970-1971), un conjunto de pinturas acrílicas sobre los que la crítica fijará su atención, al aunar los descubrimientos abstractos con elementos de los nuevos geómetras y, también, del arte conceptual. Pintura de planicie de color, de bandas, de aire pop, en ese nuevo momento de reivindicación de la imagen que son los setenta.
Difícil comparación
Mirada personal, por tanto, creación de difícil comparación en el arte de ese tiempo, Pepe España aborda una singular síntesis en su trabajo creativo, muy metaartística, en donde dominará siempre su dominio del dibujo y un personalísimo uso del color.
La cinta supone el análisis del encuentro entre figura y forma artística, entre forma sinuosa y línea recta, entre el cuadro y su representación en la pintura, embarcándose así, con audacia, en uno de los períodos claves de su producción, en lo que Simón Marchán Fiz, uno de los críticos que permaneció más atento al quehacer de este artista, llamó «una aventura representativa distanciada, objetiva», sintonizando así «con los nuevos aires de la figuración objetiva que marcará la década de los años setenta».
Reconocido en Suiza, en donde su obra obtuvo una extraordinaria difusión, su reconocimiento no alcanzó nuestro país, posiblemente por su temprana marcha y su alejamiento durante más de tres décadas, hasta su muerte.
También se ha editado un catálogo bilingüe (español/inglés) que analiza en profundidad su pintura, incluyendo una amplia cronología, una selección de textos críticos y numeroso material inédito.