Pintor, escritor, dibujante, grabador, diseñador de joyas y objetos, arquitecto, escenógrafo, escultor y, en definitiva, y como le gusta llamarse a sí mismo, artífice, Pérez Villalta despliega un lenguaje construido a partir de la geometría, el contraste entre los cuerpos y el vacío, el estudio minucioso de la luz en el espacio y se deleita en los valores pictóricos –la pincelada y el color “con mezclas y veladuras complejas de muchos tonos para crear una iluminación enrarecida”.
Guillermo Perez Villalta. ‘La alberca iniciática’ (2017). Exposición en la Sala Parés.
Su pintura se muestra más abstracta en su significado o interpretación, disminuyendo la evocación simbólica de los temas representados: perspectivas llevadas al límite, puntos de fuga combinados, geometrías fantásticas, reinterpretaciones, ciudades ideales, visiones oníricas y ambientes metafísicos. Unos, de naturaleza artística (los placeres de la cultura, la belleza, lo clásico y lo contemporáneo, abstracción y figuración, lo real y lo imaginado, verdad y verosimilitud); otros de carácter personal (razón y sentimiento, individual y colectivo, masculino y femenino, amor y sexo, soledad y compañía); y de orden espiritual o filosófico (sagrado y profano, religiones, ritos, mitos, creencias, alegorías, sueños). Y, como una sombra que lo cubre todo, la fugacidad, la eternidad, la melancolía por el paso del tiempo.
La Sala Parés dedica los tres espacios de la galería, con más de 450 metros cuadrados, a esta retrospectiva en la que no solo se pueden ver sus obras, sino también una selección de objetos personales que le acompañan en su proceso creativo. Con esta muestra, la galería participa en la octava edición del Barcelona Gallery Weekend [1], la cita artística que inaugura la temporada expositiva en la ciudad.
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Más allá de cánones y modas
ESTOS ÚLTIMOS AÑOS. Guillermo Perez Villalta. Sala Parés.
Pintor autodidacta, Pérez Villalta pasó su infancia entre La Línea de la Concepción, Cádiz y Málaga, trasladándose con su familia a Madrid en 1958. Desde los primeros años de la década de 1970, en que comienza su carrera, y a pesar de que estuvo siempre en ese núcleo duro de la nueva figuración madrileña, ha mantenido su independencia con respecto a los cánones y las modas imperantes.
Su obra se anticipó en una década a muchas de las premisas de renovación que se impondrían durante los ochenta en la escena internacional. En toda su carrera se aprecia la huella que dejaron los estudios de arquitectura que nunca terminó: la presencia del vacío, el análisis del espacio y del comportamiento de la luz en las estancias, la geometría y los juegos con la perspectiva son vectores que rigen sus imágenes, enriquecidas con elementos figurativos que enlazan asuntos mitológicos y aspectos privados de su biografía. En palabras del propio artista, «la geometría y las proporciones pueden hacer de cualquier tema o idea una constatación plásticamente pura. Algo que está en lo más profundo de la imaginación de la belleza».
Una de las características más notables en su trabajo es la densidad de capas de sentido que en él se superponen. Todo cabe en el ecléctico y variadísimo mundo que maneja, desde los grandes nombres del Barroco y el Manierismo, a Dalí y Walt Disney, pasando por Duchamp, la metafísica italiana, la psicodelia, el pop o los patrones decorativos.